No los miro “por encima del hombro”. Todo lo contrario: los observo de frente, con las cejas levantadas por la sorpresa, con los ojos y la mente bien abiertos, tratando de entender cómo y por qué gente a la que considero con una formación intelectual y cultural muy por encima del nivel medio (del mío), pueden ver y hasta ser fans de cosas como GH.
Que no tiene nada que ver con formatos de concursos de cantantes o bailarines, con contiendas entre dos tenistas ó 22 jugadores de futbol, con “Odol pregunta” y otros, donde triunfan/tienen éxito/son elegidos/son populares/ganan premios/acceden a la fama los que demuestran tener mayor mérito o talento (y un poco de suerte) que sus eventuales rivales.
En estos “espectáculos” de GH la popularidad y el éxito se conquistan no por la inteligencia, los conocimientos, la destreza en una disciplina, la probidad, la rectitud, el comportamiento de los competidores, sino por cierto trastorno que afecta simultáneamente la manera en la que los actores y el público piensan, perciben y se relacionan entre sí y con otros. (Los psiquiatras le dicen, me parece, histrionismo, pero no me quiero meter en camisa de once varas, y no quiero ofender a nadie)
GH podría encuadrarse como un ejemplo de cultura de masas cuya “intención es divertir y dar placer, posibilitar una evasión fácil y accesible para todos, sin necesidad de formación alguna, sin referentes culturales concretos y eruditos.” (Lipovetsky y Serroy, La cultura mundo, Anagrama, 2010).
Ahora bien, si eso es la cultura que sentimos, que queremos y que debiéramos promover… ¡qué pobreza!
Hay un término que aprendí hace poco, pero que los sociólogos y psicólogos sociales usan desde hace décadas: “precariedad cognitiva”, y cuando pienso en el público de GH se me ocurre “precariedad cultural”. Que debe ser el que le aporta el rating más alto de la tv, aunque ahí también debe haber muchos intelectuales como ustedes, y eso es lo que no consigo entender.
No comparto la reflexión de Gustavo: “La reputación de los zoológicos está en declive, pero siempre tendremos los documentales de animales para ver cómo son en la libertad de su vida no domesticada. Algo parecido pasa con los reality y el animal más fascinante de todos, el homo sapiens. Curiosear en sus vidas, relojear teléfonos en el subte, escuchar conversaciones ajenas, mirar Gran Hermano, son todas actividades honrosas y denotan inteligencia. Hay que perder la vergüenza y entregarse sanamente a ellas.”
¿Espiar, acechar, husmear, merodear, fisgonear, sentir atracción por lo prohibido o turbio o por la privacidad de otros? ¿Son actividades honrosas? ¿Aún cuando esa privacidad sea consensuadamente expuesta en los medios?
“¿Qué es lo privado en nuestros días? Una de las involuntarias consecuencias de la revolución informática es haber volatilizado las fronteras que lo separaban de lo público y haber confundido a ambos en un happening en el que todos somos a la vez espectadores y actores, en el que recíprocamente nos lucimos exhibiendo nuestra vida privada y nos divertimos observando la ajena en un strip tease generalizado en el que nada ha quedado ya a salvo de la morbosa curiosidad de un público depravado por la necedad.” (Mario Vargas Llosa, El País, 16-01-2011)
Pero no voy a criticar a los que piensan distinto, sólo digo que no termino de entenderlos.
Hola Eduardo, ante todo gracias por leer y tomarte el trabajo de comentar. Obviamente no concuerdo con la mayoría de tus apreciaciones, básicamente porque considero que el formato GH no pretende ser otra cosa que entretenimiento . Y es en esos términos que te puede gustar o no, no en en términos morales. Lo que yo pienso como dije en la nota es que dentro de ese artificio se cuela la realidad y ahí está lo interesante del formato. Que la psiquis de los participantes sea dudosa, en eso estamos de acuerdo por eso me quedo con GH 1 donde todo estaba en estado puro. Y me sorprende la cita de Vargas Llosa un escritor genial que ha basado sus mejores obras en contar sus relaciones amorosas con familiares. Saludos!
Muchas gracias , Mariela, por responder. Celebro que acordemos en un alto porcentaje de temas y gustos, pero no en el 100%: sería muy aburrido. Y no voy a abrir un nuevo frente de debate para diferenciar un reality de una novela. Abrazos para todos.
No los miro “por encima del hombro”. Todo lo contrario: los observo de frente, con las cejas levantadas por la sorpresa, con los ojos y la mente bien abiertos, tratando de entender cómo y por qué gente a la que considero con una formación intelectual y cultural muy por encima del nivel medio (del mío), pueden ver y hasta ser fans de cosas como GH.
Que no tiene nada que ver con formatos de concursos de cantantes o bailarines, con contiendas entre dos tenistas ó 22 jugadores de futbol, con “Odol pregunta” y otros, donde triunfan/tienen éxito/son elegidos/son populares/ganan premios/acceden a la fama los que demuestran tener mayor mérito o talento (y un poco de suerte) que sus eventuales rivales.
En estos “espectáculos” de GH la popularidad y el éxito se conquistan no por la inteligencia, los conocimientos, la destreza en una disciplina, la probidad, la rectitud, el comportamiento de los competidores, sino por cierto trastorno que afecta simultáneamente la manera en la que los actores y el público piensan, perciben y se relacionan entre sí y con otros. (Los psiquiatras le dicen, me parece, histrionismo, pero no me quiero meter en camisa de once varas, y no quiero ofender a nadie)
GH podría encuadrarse como un ejemplo de cultura de masas cuya “intención es divertir y dar placer, posibilitar una evasión fácil y accesible para todos, sin necesidad de formación alguna, sin referentes culturales concretos y eruditos.” (Lipovetsky y Serroy, La cultura mundo, Anagrama, 2010).
Ahora bien, si eso es la cultura que sentimos, que queremos y que debiéramos promover… ¡qué pobreza!
Hay un término que aprendí hace poco, pero que los sociólogos y psicólogos sociales usan desde hace décadas: “precariedad cognitiva”, y cuando pienso en el público de GH se me ocurre “precariedad cultural”. Que debe ser el que le aporta el rating más alto de la tv, aunque ahí también debe haber muchos intelectuales como ustedes, y eso es lo que no consigo entender.
No comparto la reflexión de Gustavo: “La reputación de los zoológicos está en declive, pero siempre tendremos los documentales de animales para ver cómo son en la libertad de su vida no domesticada. Algo parecido pasa con los reality y el animal más fascinante de todos, el homo sapiens. Curiosear en sus vidas, relojear teléfonos en el subte, escuchar conversaciones ajenas, mirar Gran Hermano, son todas actividades honrosas y denotan inteligencia. Hay que perder la vergüenza y entregarse sanamente a ellas.”
¿Espiar, acechar, husmear, merodear, fisgonear, sentir atracción por lo prohibido o turbio o por la privacidad de otros? ¿Son actividades honrosas? ¿Aún cuando esa privacidad sea consensuadamente expuesta en los medios?
“¿Qué es lo privado en nuestros días? Una de las involuntarias consecuencias de la revolución informática es haber volatilizado las fronteras que lo separaban de lo público y haber confundido a ambos en un happening en el que todos somos a la vez espectadores y actores, en el que recíprocamente nos lucimos exhibiendo nuestra vida privada y nos divertimos observando la ajena en un strip tease generalizado en el que nada ha quedado ya a salvo de la morbosa curiosidad de un público depravado por la necedad.” (Mario Vargas Llosa, El País, 16-01-2011)
Pero no voy a criticar a los que piensan distinto, sólo digo que no termino de entenderlos.
Saludos.
Hola Eduardo, ante todo gracias por leer y tomarte el trabajo de comentar. Obviamente no concuerdo con la mayoría de tus apreciaciones, básicamente porque considero que el formato GH no pretende ser otra cosa que entretenimiento . Y es en esos términos que te puede gustar o no, no en en términos morales. Lo que yo pienso como dije en la nota es que dentro de ese artificio se cuela la realidad y ahí está lo interesante del formato. Que la psiquis de los participantes sea dudosa, en eso estamos de acuerdo por eso me quedo con GH 1 donde todo estaba en estado puro. Y me sorprende la cita de Vargas Llosa un escritor genial que ha basado sus mejores obras en contar sus relaciones amorosas con familiares. Saludos!
Descnozco por completo el mundo de los realities pero celebro y agradezco haber podido aprender algo. Cordiales saludos y un abrazo a Gustavo.
Muchas gracias por tu mensaje Marcelo, que bueno que la nota te haya servido de algo. Un abrazo! M
Muchas gracias , Mariela, por responder. Celebro que acordemos en un alto porcentaje de temas y gustos, pero no en el 100%: sería muy aburrido. Y no voy a abrir un nuevo frente de debate para diferenciar un reality de una novela. Abrazos para todos.
Ja,ja. Besos a la familia.