Tenemos una regla en Preferiría No Hacerlo (el programa de radio que Gustavo tiene hace quince millones de años y donde yo tengo la suerte de colaborar) que consiste en no pasar música de los Beatles. Por supuesto, la regla (como toda regla) se ha roto en más de una ocasión. En realidad, es más una toma de posición. De los Beatles ya se ha dicho todo y, a la hora de musicalizar algo (como un programa de radio), ir a ellos es fácil y obvio. Cada beatle por si solo, como solista, en cambio, es fair use. La regla se extiende a Maxikiosco (lo acabo de decidir) así que no voy a hablar de los Beatles. Voy a hablar de Ringo.
Prejuicios
Hay una fragmento de una entrevista a Federico Valverde, jugador del Real Madrid, de esas que les hacen para las redes del club, en la que le preguntan cuál es su color favorito. La respuesta de Valverde es “pa, me mataste… no me gustan los colores”. Es un recorte muy gracioso porque uno está más acostumbrado a que alguien conteste “rojo” y no “me mataste”. Sin embargo, lo pensé un poco y la respuesta de Valverde me parece de una madurez total. ¿Qué clase de hombre adulto puede tener un color favorito? Estoy seguro de que Hemingway no solo no tenía un color favorito sino que te cagaba a trompadas si le preguntabas cuál era. Dicho esto, el mío es el azul.
Lo que quiero decir es que el concepto de tener cosas favoritas es un poco ridículo, habiendo tantas cosas buenas en el mundo. Yo soy incapaz de contestar con ligereza estas cosas, me las tomo demasiado en serio, y las preguntas de cuáles son mi película y banda favorita me parecen imposibles de contestar. Con las películas directamente me niego. Con la música, hago todo un rodeo muy extenso para evitar dar precisiones, pero aún así, siempre, en algún momento, digo “es una respuesta aburrida, pero los Beatles…”
Es así, es fácil y obvio, es un lugar común y es como elogiar a los pájaros. Pero lo cierto es que son los mejores de todos. Es la manera en la que son las cosas. Tengo recuerdos muy vívidos de la primera vez que los escuché, como a los nueve o diez años, y de cómo fui conociendo más y más hasta saberme prácticamente todas las canciones de memoria. Leí biografías, vi las películas, escuché las carreras solistas, me compré todos los cancioneros que vendían en Musimundo (otra vida). Como para muchísima gente, los Beatles son muy importantes en mi vida.
Parece que estoy rompiendo la regla, pero no. Todo esto es para decir que, aún así, aún siendo lo más parecido a un fanático sin nunca aceptar que puedo ser fanático de nada, recién ahora, a los treinta años de edad, entiendo a Ringo. Antes, mi opinión de Ringo era la que tiene la mayoría de la gente. Un buen amigo, un primo muy querido que uno no ve muy seguido pero que es un buenazo. Ringo era valioso para la banda “porque estaba ahí”. Era “el corazón del grupo”, algo que en general se dice de alguien cuando no encuentra muchos motivos más para justificar su presencia, como de algunos malos jugadores de fútbol. Juega mal, pero es muy importante en el vestuario. Pero musicalmente… los importantes eran los otros y Ringo acompañaba.
Incluso si escuchaba a otros músicos defender a Ringo no les creía. “No, no. Ringo en realidad era un baterista extraordinario”. Esas cosas me parecían posturas sindicales, un acto reflejo de defender a los propios. Yo quería ser el fan sensato. Me encantaban los Beatles, pero tampoco iba a inventar virtudes que no existen. Y, sin embargo… ahora entiendo que las virtudes sí existen.
Tiempo
Entre los veinticinco mil intereses y pasatiempos que tuve y tengo se encuentra la batería. Empecé a tomar clases en el 2020, justo antes de la cuarentena. Lo hice porque tenía la idea de que saber batería era, de alguna manera, entender el tiempo. Fragmentarlo, sentirlo, mantenerlo, manipularlo. El tempo y el tiempo. Yo soy editor de video y en ese momento me parecía que para ser un mejor editor tenía que entender el tiempo. Además, y fundamentalmente, es un instrumento cancherísimo. Cuando toco la batería (solo, en mi habitación, sobre una pista grabada) me siento un capo total.
Aunque nunca practiqué demasiado, considero que cuatro años de clases es una cantidad respetable de tiempo para dedicarle a cualquier cosa. Las clases las dejé (se interponía entre mis otros intereses, como la coctelería, leer la biblia y el corán) pero sigo tocando y practicando, quizás hasta con más frecuencia que antes. Sigo siendo principiante y no soy muy bueno, pero sí tengo una idea más sólida sobre la lógica de la batería, especialmente en el rock. El otro día me apareció en instagram un video de una chica tocando Strawberry Fields Forever en la batería y, por primera vez, me di cuenta de lo raro que era lo que estaba haciendo.
Alien
En general, las canciones de rock son todas bastante parecidas rítmicamente entre sí. No hay daño en decirlo. La amplísima mayoría de las canciones está en 4/4 y con un par de meses de clases uno puede aprender dos o tres bases que entrarían perfectamente en casi todas las canciones que uno escucha en Spotify. No estaría tocando la canción de verdad, pero tocaría algo que entra en la canción. Hi-hat en semis, bombo en uno y tres, tambor en dos y cuatro. Es lo que cualquiera de nosotros tocaría golpeando la mesa con las manos mientras escucha. Esto es tan así que, en general, uno se sienta a tocar la batería con esa configuración ya en la cabeza. Y si uno está en una banda y tiene que inventarle una base a una canción, probablemente lo encare por ahí. Hi-hat en semis, bombo en uno y tres, tambor en dos y cuatro, y a partir de esa base seguimos construyendo. Es razonable y la gran mayoría de las personas tendría un enfoque inicial muy similar.
Ringo no era virtuoso ni lo que hacía era especialmente difícil. Pero tocaba como si un alien bajara a la Tierra y se sentara a tocar la batería. Como si nunca hubiera escuchado una canción de rock en su vida. A lo mejor estoy exagerando (no sé tanto de batería). Pero de repente empecé a pensar que, a lo mejor, Ringo sí era el más importante de los cuatro. Piensen, por ejemplo, en uno de los momentos bisagra de la banda, la canción Tomorrow Never Knows. La batería de Ringo es absolutamente fundamental para la onda del tema y no suena para nada convencional. La base que toca Ringo sostiene toda la canción y le da su esencia. Casi que es su punctum.
Otro video de la chica del principio (que evidentemente es fan de Ringo), ahora tocando Something. Miren como se mueve por toda la batería. Es simple, pero tiene una onda tremenda. No es difícil, pero es distinto.
Hay un video de Stewart Copeland, el baterista de The Police (y uno de los mejores de todos) en los que contesta preguntas en twitter. Copeland es encantador y muy gracioso. Entre las preguntas que le hacen, uno quiere saber si Ringo era buen baterista o apenas cumplía con su rol. Copeland dice un poco esto que estamos diciendo. Que era muy bueno, que sentía muy bien lo que la canción necesitaba, y fundamentalmente que era muy creativo a la hora de armar las bases, de usar la batería. También cuenta la historia de la grabación de Love Me Do, el primer sencillo de los Beatles, y cómo ya en ese momento fundacional de la banda la influencia de Ringo era absolutamente clave.
Hay otro video de cuando lo indujeron a Ringo en el Salón de la Fama en el que un montón de bateristas famosos hablan de Ringo con admiración y cariño, y de paso tocan un poco los temas en la batería. Sobre el final tocan, entre todos, un poco de Come Together. Y diganme si esa batería no es terriblemente icónica. Y, de nuevo, se mueve por todos lados. Hace algo único, hecho a medida para lo que la canción pedía.
En este mismo video, Chad Smith (el baterista de los Red Hot Chili Peppers, que es igual a Will Ferrell) menciona casi al pasar que Ringo “lidera” con la zurda en lugar de con la derecha. Ringo era un zurdo tocando una batería armada para diestros, entonces era como si tocara “al revés”. A lo mejor ese pequeño desorden, esa pequeña incomodidad que se generaba por la incoherencia que había entre su instrumento y su cerebro era lo que lo hacía ver, pensar y usar la batería de maneras inesperadas. Quién sabe, a lo mejor no. A lo mejor simplemente era un beatle.
Final
No sé nada de la vida de Ringo. Solo sé que se llamaba Richard Starkey, pero le decían Ringo porque usaba muchos anillos. Que un día, mientras grababan el album blanco, se fue a la mierda porque no se bancaba más las peleas y el quilombo, y cuando lo convencieron entre todos de que vuelva lo recibieron con la batería cubierta de flores. Y que un día después del concierto en la terraza, el 31 de enero de 1969, Paul le mandó a Ringo una postal que decía “Sos el mejor baterista del mundo. En serio”.
No tengo cosas favoritas porque soy un adulto. Pero a lo mejor, la próxima vez que alguien me pregunte quién es mi baterista favorito (nunca pasó esto) podría contestar que es Ringo Starr.
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¡Qué placer leerte! El baterista lleva las riendas de la banda, cumple el rol del director en la orquesta. Desde la percusión, es quien crea las condiciones para que se escuche lo que los críticos despachan como "arco sonoro", esa ilusión de una energía que contiene los climas más diversos y en la que gritos y susurros suenan como pura naturaleza, no como un añadido de la versión. Si es difícil imaginar la originalidad de los Beatles sin George Martin, mucho más es suponer que su gancho adictivo no tenga que ver con la presencia de Ringo. Además, es uno de los feos más simpáticos y dulces del universo. El hombre que todas necesitamos. Tiene ganado el Paraíso.
¡Ay, por favor, qué belleza de texto! Gracias por hacerme ver/escuchar lo que, hasta ahora, se me escapaba.