La Inspectora está descansando y vuelve en dos semanas. La reemplamos hoy (aunque es irremplazable) por esta columna esporádica en donde se comentan películas elegidas muy arbitrariamente y que no pueden encontrarse ni en plataformas ni en cines. Mi cinemateca personal.
Nora Prentiss (1947, Vincent Sherman)
Esto ya lo dijimos alguna vez pero lo repetimos. La edición de discos Blue Ray o DVD en su primera etapa puso en circulación todas las que se suponía que eran las obras maestras del período clásico, las películas del canon. Estamos viviendo ahora una época gloriosa en la cual lo que se puede acceder es a la segunda línea, que quizás no sean menos magistrales que la de la primera oleada, pero no tuvieron la suerte de ser consagradas. En todo caso, siempre es bueno evaluar el estado de una cinematografía por su producción media, menos llamativa.
En ese sentido, lo que Nora Prentiss tiene para decirnos es que la máquina narrativa que era el cine clásico de Hollywood en 1947 era maravillosa. Esta historia, retorcida e imaginativa, te agarra de las narinas en el primer minuto y no te suelta hasta el final. Parece la vieja historia del hombre suburbano, respetable y con una familia establecida, que se aburre y encuentra en la tentación diabólica de una mujer sensual el sendero incorrecto para el resto de sus días. Sin embargo, la historia es más compleja y no todo lo que aparenta ser termina siendo.
Kent Smith (el de Cat People, la fantástica película de Jacques Tourneur) interpreta a un médico de San Francisco, consagrado a su trabajo y a su familia, aunque con una insatisfacción profunda de la que casi ni se da cuenta. En esa situación tiene que atender a una mujer muy atractiva (Anne Sheridan), cantante de cabaret, por un accidente menor en la calle. A partir de ahí, se derrumba toda su vida, pero lo que cae especialmente es su fachada de persona moralmente irreprochable. Lo novedoso es que la persona que sube los estándares éticos de la película es justamente la tentadora. El guion pega un par de curvas cerradas sorpresivas, disparatadas e imaginativas, que son muy disfrutables para el espectador. Dirige con gran pulso narrativo Vincent Sherman, lo que los cinéfilos llaman un "artesano de la industria", nunca consagrado como auteur. Ojalá esta joyita estuviera al alcance de todos en alguna plataforma.
Reckonings (2022, Roberta Grossman)
Documental didáctico, simple y concreto, televisivo, corto (84'), que pierde el rumbo recién al final, pero que cuenta en el camino una historia muy interesante: la de la relación entre Alemania Occidental e Israel, poco después de terminada la Segunda Guerra y cuando se iban conociendo los detalles del Holocausto. La película rescata especialmente la figura de Konrad Adenauer, primer ministro alemán, no sospechado de nazismo (según la película) y que decide sin dudar que Alemania, aún en su ruina económica, tiene que compensar económicamente a los judíos por el desastre del nazismo. Entran en consideración todas las discusiones éticas de rigor: ¿Se compensa con dinero un crimen aberrante? ¿Tiene que ser Israel el representante de todos los judíos del planeta? Ninguna de las respuestas es sencilla y la tensión en la mesa de negociaciones entre los alemanes y los novatos funcionarios israelíes es una demostración de ello. Una buena forma de interiorizarse superficialmente de un tema para después ir buscando lecturas complementarias.
Adorado John (Käre John, 1964, Lars-Magnus Lindgren)
Tenía un vago recuerdo de esta película sueca que fue un boom cuando yo era un niñito. No exactamente un recuerdo de la película en sí sino de que era motivo de comentario y asombro por los desnudos y los actos sexuales. Leyendo una novela autobiográfica de Sylvia Iparraguirre (Antes que desaparezca) volvió a aparecerme en el radar ya que ahí se cuenta que la Madre Superiora del Convento en donde Sylvia residía de adolescente había ido vestida de civil a ver la película. Así que se me acumuló la suficiente información y misterio como para armarme de paciencia y salir a buscarla. Y la encontré.
Me encontré con una copia maravillosamente restaurada de una película simpática pero menor, definitivamente no audaz, creo que ni siquiera para la época. Como leí por ahí es un Bergman sin talento. El director, Lars-Magnus Lindgren, no tuvo un gran desarrollo. Tenía 42 años cuando filmó esta película —que estuvo nominada como mejor película extranjera para los Oscar— y ni antes ni después realizó algo que trascendiera el paso del tiempo.
Adorado John es la historia de una mujer, madre soltera, que vive en una isla, y que tiene una relación de fin de semana con uno de los marineros comerciales que atracan eventualmente en el puerto. La historia está contada de manera fragmentada y con saltos y vueltas en el tiempo (era el momento de desafiar la narración clásica) y los desnudos y las escenas de sexo son delicadas y pudorosas. Se deja ver más como una película romántica que como un escándalo disruptivo.
Sin in the Suburbs (1964, Jospeh W. Sarno)
Lo que sí era desafiante en aquella época era la obra de Joseph W. Sarno (¡el nombre!), de quien ya comentamos en estas páginas la sugestiva Vibrations. En el mismo año en que en Suecia no se animaban a mostrar tetas, Sarno hacía estas películas de bajísimo presupuesto y que no solo hacían exploitation de la creciente curiosidad sexual de los norteamericanos sino que además las hacía con cierto aire de crítica social. En Sin in the Suburbs ya no se ven las calles de Nueva York, como contábamos de Vibrations, sino en la vida en los suburbios. Son barrios tan nuevos que las tomas de exteriores muestran árboles raquíticos, recién plantados, que necesitan años para desarrollarse y dar sombra. Sarno cuenta que la esposas, cuyos maridos viajan a la ciudad a cumplir con su misión de ganarse el pan, se aburren y se sienten frustradas, cediendo a la tentación de la infidelidad. Un pícaro con su esposa aprovecha el clima de época y arman un club, medio esquema Ponzi, en donde la gente va, paga, se pone una máscara, una capa y tiene relaciones por sorteo con extraños a los cuales supuestamente no identifica. Es como Eyes Wide Shut, de Kubrick pero con un presupuesto 200 veces menor. Hay un toque de melodrama extra, a la Imitación de la vida, de Douglas Sirk: la hija adolescente de una de estas mujeres aburridas, se rebela, encuentra una salida sexual y la película termina con que la madre y la hija se descubren bajo los antifaces en una de las fiestas orgiásticas del suburbio. No entiendo cómo Sarno no es más comentado, vamos a estudiar el asunto.
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Después del envío sobre el Diario Aperiódico, creo que iré a contramano. Pero habría que considerar abrir otra ventanilla en el Maxikiosco para que puedas despachar las Cosas que estuviste viendo. Es muy buen material