Hace un par de semanas les decía que mi hermano escuchaba y me legó a Joan Baez y a Frank Sinatra. Y el sábado en la Agenda les recomendé un disco de Sinatra en vivo en Paris con un sexteto, un recital espectacular de donde destacaba una versión totalmente inusual de Night and Day, de Cole Porter. Sobre “The Voice” y sobre esa versión había escrito en El Amante en julio de 1998, es decir, hace 25 años. Lo comparto con ustedes.
La expresión del tormento
De las muchas cosas que vivió o fue Frank Sinatra en su vida (muchas de ellas malas) una impregnó sus evidentes calidades como cantante: su pasión por las mujeres. A esta altura elogiarlo por sus virtudes canoras es como decir que Borges escribía bien: es solo el comienzo de cualquier reflexión, el supuesto que debe dejarse atrás como a las plataformas que sirven para tomar envión. Lo que Sinatra unió a esa voz inigualable fue la expresión perfecta de un corazón débil: un hombre que se enamoró infinitas veces y todas como si fuera la última. Sinatra cantó himnos a ciudades (Nueva York, Chicago, París, Los Angeles), odas a su país, elegías a un amor venturoso. Pero es en las torch songs, las canciones de amor no correspondido, donde la técnica perfecta se unió mágicamente con el sentimiento y puso en comunión los corazones de miles y miles de hombres y mujeres, todos hermanados por haber sufrido alguna vez la pena de un amor no concretado.
Es ahí donde se destacan sus condiciones de intérprete, más que del gran cantante que fue. Sinatra supo darle a cada una de las letras que cantaba el tono exacto, la modulación, el tempo, la emoción y su maravillosa dicción, que nos hizo soñar que entender inglés era algo sencillísimo con tal de que todo el mundo lo hablara de la forma en que Sinatra lo cantaba.
Una vez, Sinatra sintió que uno de sus standards no estaba siendo cantado de la forma correcta. Acuciado por la pasión de vaya a saber cuál de sus amores, decidió corregir, por única vez, la forma de interpretar esa canción. No era cualquier canción, era una de sus favoritas que usaba como un talismán. Puso la versión en consonancia con la letra y generó un momento de belleza único.
La primera mitad del siglo fue un momento en que en los EE.UU. se vivió una explosión creativa de las artes populares que no volvió a tener parangón en el mundo hasta nuestros días. No solo fue la época gloriosa del cine clásico americano, fue también aquella en la que músicos y letristas de ese país podían sintetizar con extraordinaria maestría y profesionalismo, en tres minutos, experiencias personales profundas, sentidas y, al mismo tiempo, universales. Fue entonces cuando Cole Porter escribió una bellísima canción ("Una de las mejores canciones escritas en el mundo en, digamos, los últimos cien años", dijo una vez Sinatra presentándola): Night and Day, el monólogo de un hombre solitario obsesionado por un amor. Estrenada en 1932 por Fred Astaire, fue la primera canción grabada por Sinatra con su propio nombre. Luego, como un amuleto, la fue grabando cada vez que cambió de sello (RCA, Columbia, Capitol y tres veces para Reprise). Solo que en una de estas últimas, Sinatra decidió súbitamente que había que cambiar la forma de interpretarla. Fue en 1962, en una gira mundial con un quinteto de jazz (un cambio radical con respecto a las grandes bandas con las que solía tocar) que desembocó en un álbum excepcional: Live in París.
Allí Sinatra canta Night and Day acompañado únicamente por Al Viola en guitarra. Todo el brillo de los bronces, el swing de las bandas que lo acompañaron en las versiones anteriores, en suma, el burbujeo del champán, desaparece: es la voz profunda, grave, desesperada de un hombre que descubre que el amor es, ni más ni menos, un tormento. La letra pasa a tener un nuevo significado: no es solo una canción de amor más sino la declaración de estar a las puertas de la locura. Sinatra enumera con voz grave y lúgubre los ruidos monótonos que se asemejan al "you, you" que repiquetea en su cabeza: el golpear de un tambor en la selva, el tic tac de un reloj, el goteo de la lluvia, todo en una letra intraducible que va marcando con la repetición de los sonidos de las palabras lo que ellas mismas significan. La descripción del hombre desbordado por la pena de la soledad desemboca en la palabra "tormento", expresada por Sinatra de una forma exacta. Es un momento de justicia impresionante que le da a la letra el marco preciso: un instante fugaz en que algunas coordenadas del universo concuerdan y ponen a las cosas en su lugar. El posible momento de redención de Francis Albert Sinatra.
Quizá fue demasiado. Por algún motivo, Sinatra no volvió a cantar Night and Day de esa manera. El mundo había vivido equivocado y la intervención de Sinatra lo corrigió por un momento. De no haberlo hecho, igual hubiera sido el gran artista que fue. Pero por haber encontrado ese momento de verdad sacó otra cabeza de ventaja•
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qué buena nota. Sos un crack.
Es tan notable la diferencia entre esta interpretación y la versión habitual...