Agenda personalísima
Megalópolis, Alien: Romulus, Music by John Williams, Joker: Folie à Deux, Ne me quitte pas, Jorge Lanata.
Luego de esta loca semana de Año Nuevo, Maxikiosco vuelve a la rutina. Este martes y jueves tenemos las ediciones habituales y la Agenda no se suspende en todo el año. De paso, ¡felicidades!
Megalópolis (Francis Ford Coppola, 2024)
La carrera de Francis Ford Coppola es una de las más irregulares y desparejas de Hollywood. Autor de una serie de obras maestras incuestionables en la década del 70, fue genio y figura del riesgo y la desmesura en el gasto, fundiendo posteriormente estudios con proyectos que fracasaron. Buscó luego refugio en películas medianas, sin tantas ambiciones artísticas, pero de notable factura; realizó producciones chicas independientes, imposibles de mirar, y trató de volver al ruedo con este disparate visual y conceptual que solo puede generar atracción morbosa.
En Megalópolis hay una construcción que parece salida de AI, mezclando la realidad contemporánea de los EE. UU. con el Imperio Romano, agregando elementos de ciencia ficción vintage. El resultado final, previsiblemente, es un mamarracho sin gracia al que el espectador, a pesar del aburrimiento, no puede sacarle los ojos de encima, como si estuviera mirando en la ruta el resultado de un accidente fatal.
Contaba María Gainza en Un puñado de flechas que cuando Coppola vino a la Argentina a filmar Petro (y ocuparse de su ahora profesión más exitosa, la de productor de vinos), trabó relación con su marido, con el cual conversaba con ella haciendo de intérprete. Ahí, en una pausa de la charla entre dos borrachos que se acababan de conocer, pero se querían como si fueran amigos de toda la vida, Coppola le dijo a María: "El artista viene al mundo con un carcaj que contiene un número limitado de flechas doradas. Puede lanzar todas las flechas de joven, o lanzarlas de adulto, o incluso ya de viejo. También puede ir lanzándolas de a poco, espaciadas a lo largo de los años. Eso sería lo ideal, pero ya sabés que lo ideal es enemigo de lo bueno”. Bueno, parece que, a diferencia de Eastwood o Scorsese, el bueno de Coppola ha tirado su última flecha dorada hace largo rato.
Alien: Romulus (Fede Alvarez, 2024, Disney +)
Notable carrera la de Fede Alvarez, un chico uruguayo que llamó la atención con un corto de ciencia ficción y terminó filmando grandes proyectos en Hollywood, como esta última edición de la saga Alien. Como viene sucediendo, este capítulo es una forma de remake de la primera Alien, de 1979, con una Ripley ahora representada por Cailee Spaeny, una diminuta y joven actriz norteamericana que viene brillando en todo lo que hace (Priscilla y Civil War, entre otras). Con más o menos ingenio, la película recrea el juego del gato y el ratón entre el maldito bicho que tiene ácido como líquido sanguíneo y un doble juego de dientes aterradores y los tripulantes atrapados en una nave en el medio del espacio infinito. Esta película ya la vimos y está muy bien rehecha. Pero ya la vimos.
Music by John Williams (2024, Laurent Bouzereau, Disney +)
Extraordinario homenaje de Spielberg a su músico casi excluyente: el maestro John Williams. El director de Tiburón no sólo puso a sus colaboradores habituales como Frank Marshall y Kathleen Kennedy (¡y Ron Howard!) como productores sino que, al igual que él mismo, delante de la cámara para testimoniar la admiración que el maestro les provoca. En el camino se cuenta la historia de un músico excepcional, que no paró de trabajar con detallada minuciosidad a lo largo de toda su vida y que le dio vida a través de su música a personajes y situaciones de una manera que el silencio no habría podido hacer. El relato es emocionante pero además permite entender la extraordinaria sinergia entre imagen y sonido que es el cine, y cómo se toman decisiones que oscilan entre la inspiración artística genial y la cuidadosa ingeniería. Toda la magia del cine vista a través de la música en este precioso e imperdible documental. Dirigió el francés Laurent Bouzereau, responsable de otro notable documental cinéfilo y disponible en Netflix, Five Came Back. ¡Ah, y aparece el Monumental de Nuñez!
Joker: Folie à Deux (2024, Todd Phillips, Max)
Esta fue la sorpresa del año, en más de un sentido. Se nos metió a fin de año por la ventana, cuando ya la habíamos descartado y terminó apareciendo en la última Agenda, en donde reseñábamos lo mejor de 2024. Todd Phillips había cumplido su misión con la primera película, contando la vieja historia del villano de historieta que ahora es obligatoria: mostrarlo como el producto de una sociedad insensible. No había ninguna posibilidad de estirar el producto pero los dólares pudieron más y Phillips tuvo una decisión genial: boicotear la idea original del proyecto y convertir la locura irremediable de Arthur Fleck/The Joker en un gesto punk de rebeldía artística. Fleck y la película defraudan todas las expectativas puestas por los espectadores y por los personajes del propio film. Para lograrlo, el director hace uso de un set de canciones maravillosas, mayormente integrantes de lo que se conoce como el "Great American Songbook" y hacerlas interpretar por un actor torturado y maniático como Joaquin Phoenix, incluso teniendo en el elenco a una estrella pop y magnífica cantante como Lady Gaga, interpretando a Lee Quinzel, la "novia" del Joker. Los dos juntos son dinamita y la sucesión de números musicales que irrumpen de la nada son un espectáculo asombroso y genial. (Hay que destacar la nobleza de Lady Gaga, cediendo protagonismo y calidad de interpretación en aras del proyecto). Más que convertirse en el acompañamiento del Joker, el papel de Gaga es el de Judas, el traidor que hace que toda la historia de Arthur Fleck caiga al abismo de la desesperación definitiva. Superada la sorpresa, la película funciona perfectamente y será valorada en el futuro, como el extraordinario producto artístico que es.
Decíamos que para representar la tragedia de Arthur Fleck (The Joker) el gran cancionero americano era un complemento extraordinario. La película tiene además la astucia de saber buscar en otros países las mejores canciones que ilustren lo que se está viviendo. Cuando Fleck entiende que su novia espera que se convierta en el líder de una revolución violenta y decide defraudarla, ella deja la sala donde se desarrolla el juicio, abandonándolo ostensiblemente. Vuelto a la cárcel, Fleck la llama por teléfono y canta "Ne me quitte pas", la canción emblemática del abandono, escrita por Jacques Brel. "No me dejes", canta, en una de las más emocionantes y autodenigrantes canciones jamás escritas.
Phoenix canta la versión en inglés, reescrita por RodMcKuen en 1965, con una letra con un tono menos oscuro que la original. De hecho, el estribillo pasa a ser un condicional, "Si te vas", dejando la posibilidad de que eso no suceda. La versión original de Brel es puro ruego y humillación.
Jacques Brel, el cantante "francés" nacido en Bélgica, escribió esta canción extraordinaria en 1959, luego de su separación de Suzanne Gabriello. Como suele suceder, el culpable de esa separación había sido el hombre, Brel, que la había engañado repetidas veces. Según el autor, la canción no era una noble declaración de amor, sino que hablaba sobre "la cobardía de los hombres".
En la bastante buena traducción de Chat GPT, la canción dice:
Hay que olvidar
Todo se puede olvidar
Lo que ya huye
Olvidar el tiempo
De los malentendidos
Y el tiempo perdido
En saber cómo
Olvidar esas horas
Que a veces mataban
A golpes de "por qué"
El corazón de la felicidad
No me dejes
No me dejes
Yo te ofreceré
Perlas de lluvia
Venidas de países
Donde no llueve
Cavaré la tierra
Hasta después de mi muerte
Para cubrir tu cuerpo
De oro y de luz
Haré un reino
Donde el amor será rey
Donde el amor será ley
Donde tú serás reina
No me dejes
No me dejes
No me dejes
Te inventaré
Palabras sin sentido
Que tú comprenderás
Te hablaré
De esos amantes
Que vieron arder dos veces
Sus corazones abrazarse
Te contaré
La historia de ese rey
Muerto por no haber
Podido encontrarte
No me dejes
No me dejes
No me dejes
No me dejes
A menudo se ha visto
Reavivarse el fuego
Del antiguo volcán
Que creíamos demasiado viejo
Existen, al parecer,
Tierras quemadas
Dando más trigo
Que un mejor abril
Y cuando llega la noche
Para que un cielo arda
¿No se unen acaso
El rojo y el negro?
No me dejes
No me dejes
No me dejes
No me dejes
No me dejes
Ya no voy a llorar
Ya no voy a hablar
Me esconderé ahí
Para mirarte
Bailar y sonreír
Y para escucharte
Cantar y luego reír
Déjame convertirme
En la sombra de tu sombra
La sombra de tu mano
La sombra de tu perro
Pero
No me dejes
Si la versión del propio Brel, con su gestualidad, es sensacional, la que más me gusta es la de la Barbara, la cantante francesa que quizás no tuvo en el mundo la fama que merecía. Barbara, con su pelo cortado a lo garçon, su historia de abuso familiar, el rostro con nariz aguileña, la piel transparente nunca sometida a los rayos del sol, representa lo mejor de la chanson francesa, siempre asociada al alcohol, el cigarrillo y la angustia existencial. Ella canta Ne me quitte pas de una manera que se adapta perfectamente a la letra. Lo hace con una monotonía apenas expresiva, como si estuviera shockeada por el abandono, catatónica y sin fuerzas ni siquiera para llorar. La repetición de la frase sobre el final es demoledora.
Por último, me gusta mucho la versión de la enorme Nina Simone. A diferencia de Joaquin Phoenix, ella elige cantar la versión original en francés. Me emociona que una muchacha negra, nacida en un pueblo pobre de Carolina del Norte, sexta hija de ocho hermanos de una familia sin recursos, se haya convertido en una pianista extraordinaria que podía cantar una canción como Ne me quitte pas en un francés con fuerte acento norteamericano pero fluido y sin errores. Es una versión maravillosa.
Ne me quitte pas ha sido reversionada con sus dos letras por una cantidad impresionante de artistas: desde Frank Sinatra hasta Fito Paez (en castellano), pasando por Sting, Buika, Céline Dion, Paloma San Basilio, Scott Walker, Neil Diamond, Barbra Streisand, Cindy Lauper, y decenas y decenas de cantantes, incluyendo a un actor argentino en una versión más que digna, Jean Pierre Noher. Tiene, además, esa cualidad misteriosamente mágica de las grandes canciones que permiten escucharse infinitamente sin producir acostumbramiento ni cansancio. ¡No te vayas! Cómo no prestar atención a ese grito desesperado.
Sufrimos, como todos los que lo conocimos o simplemente disfrutamos de su genio periodístico, la muerte de Jorge Lanata. No tenemos por ahora muchas más palabras para decir sobre su pérdida pero nos permitimos compartir acá la entrevista que le hicimos hace un par de años para la revista española JotDown, en donde hablamos de su vida, pero también de la muerte.
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Un artículo hermoso. Lleno de propuestas, emociones y posturas. No me gustó Joker "2" pero tomo tu análisis como válido. Vamos a extrañar mucho al gordo Lanata, mucho. Un fuerte abrazo y buen año!
Haber leído el comentario de Megalopolis un rato antes, me habría ahorrado el disgusto. Bah, tal vez la hubiera visto de cualquier modo, porque la curiosidad siempre me ganó, pero seguro que habría ido con menos expectativas.