Agenda personalísima
Emilia Pérez, Un dolor real, fútbol, Maxikiosco, Leer y Comer 107.9, Los paraguas de Cherburgo
Edición especial de la Agenda con películas que NO nos gustaron, algunas más que otras (o menos, qué sé yo). Lo cierto es que esto es un sacerdocio, ver películas largas y malas para advertirles a ustedes. Si les parece que es un esfuerzo válido y aprovechable, pueden dejar unas monedas en las gorras virtuales que hay allá en el fondo. Abrazo y gracias a todos por leer. Los comentarios son súper bienvenidos.
Emilia Pérez (2024, Jacques Audiard)
Increíble que este mamotreto sea la película obligatoria, con sus 13 nominaciones al Oscar y sus polémicas instaladas. Una película basada en una pésima idea, en la conjunción de elementos no combinables, que salió como debía salir, como el desastre que es, pero que finalmente tiene los premios y los dólares de su lado. Así es como está el mundo, al menos el mundo de las películas "oscarizables" y las grandes taquillas.
Veamos la combinatoria de elementos.
Descripción de problemas del mundo real: el narcotráfico en México asesina a centenares de personas y hace desaparecer sus cuerpos. El Estado no puede o no quiere o no sabe combatirlo.
Problemas personales: un hombre siente que toda su vida ha vivido en el cuerpo equivocado y quiere usar la ciencia a su favor y de una vez convertirse en la mujer que soñó.
Intersección de dramas: ese hombre era un narcotraficante mexicano, Manitas, uno de los mayores asesinos del país; luego de la transición a mujer se convierte en una señora adorable, Emilia Pérez, que ayuda a las víctimas de las desapariciones. Sin embargo, el monstruo anida en su interior. O no.
Método de contarlo: comedia musical de esas que en el medio de la escena los personajes dejan de hablar y comienzan a cantar mientras que suena una orquesta extradiegética. La doble suspensión de la incredulidad, tan difícil de conseguir actualmente.
Condimentos: música no especialmente memorable con coreografías no cinematográficas, más pensadas para la cultura teatral o el Bailando.
Resultado: no funciona. Todo está revestido de una falsedad extrema, es muy complicado creer algo de lo que sucede en pantalla. Las discusiones sobre la corrección política de lo que la película está diciendo son estériles, no hay un mensaje discernible (la trama es embrollada y recargada) y la película es solamente su mecanismo, no lo que cuenta. El distanciamiento es brutal. No es que no se puedan hacer buenas películas haciendo un cine deconstruido, pero encuentro sencillamente imposible que algún espectador haya sido conmovido por la historia de Manitas queriendo transicionar, los sacrificios de Emilia al dejar a sus hijos, los dramas de los mexicanos, el dolor de los familiares de desaparecidos, etc. No hay manera de que nada de eso toque directamente la fibra íntima del espectador. Lo que se cuenta no se cree y el experimento formal ya es viejo, solo puede resultar novedosos a un espectador no entrenado. Se hizo muy bien hace sesenta años (toda una vida), en 1964, con Los paraguas de Cherburgo, de Jacques Demy. Con música memorable, grandes canciones y una historia que te rompía el corazón. No es este el caso.
Un dolor real (2024, Jesse Eisenberg)
Otro mal paso, pero mucho menor, más inofensivo. Dos primos hacen un viaje para reencontrarse entre sí, pero también para recordar a la abuela en su casa natal en Polonia y aprovechar para visitar en un tour explicativo los campos de Majdanek. Los primos viajan con un grupo heterogéneo de judíos y judíos wannabe, con sensibilidad especial por la Shoah. Ellos dos parecen y actúan como adolescentes, desde su vestimenta hasta la exteriorización compulsiva de sus emociones e inseguridades. Kieran Culkin repite los tics de su personaje en Succession y Jesse Eisenberg (que también escribió y dirigió la película) repite los suyos, ese personaje neurótico reconcentrado y tímido que algunos desprevenidos asocian con Woody Allen. Lo cierto es que los dos son ya cuarentones que deberían encarar la idea de encontrarse con la vida de una manera más adulta. La película no explora esto, sino que dice que esas angustias adolescentes son "el dolor real", lo cual, a la vista de que el paisaje de fondo es el Holocausto parece un poco exagerado. Se deja ver, es amable e inofensiva, pero alguien debería decirle a esta gente que hay que madurar. Vean películas de Eastwood, que no para de hacerse más y más adulto sin envejecer.
A las 12 hay mucha Premier. Liverpool, puntero, recibe al Ipswich y el segundo, Arsenal, visita a los Wolves. Sin embargo, el que voy a ver es el del Bournemouth, que la semana pasada goleó de manera muy florida, que recibe al tercero, Nottingham Forest.
Con la Inspectora en descanso, esta semana hicimos una edición especial de Cosas que estuve viendo, la sección de Maxikiosco en donde comento películas que en principio no están en plataformas. Alguien me tiró la idea de armar una plataforma para poner a disposición esas rarezas que me gustan a mí. Desarroladores e inversores, mi celular está abierto.
Cosas que estuve viendo (VIII)
La Inspectora está descansando y vuelve en dos semanas. La reemplamos hoy (aunque es irremplazable) por esta columna esporádica en donde se comentan películas elegidas muy arbitrariamente y que no pueden encontrarse ni en plataformas ni en cines. Mi cinemateca personal.
Leer y Comer 107.9
En Leer y comer extendimos una discusión que se dio en las redes sobre la variabilidad de ingredientes que tiene la gastronomía local y su comparación con la de otros países. Estuvo bueno y amable, como todos los miércoles de 20 a 21 en El Observador 107.9.
Si hubieran hecho una banda musical decente acá pondríamos algo de Emilia Pérez, pero lo cierto es que lo único bueno de verla fue recordar a Los paraguas de Cherburgo y la música preciosa de Michel Legrand. Así que, acá vamos, homenaje a la película de Jacques Demy.
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A riesgo de ir a contramano del artículo cito dos buenas películas (o series) que no.
American Primeval: no es Horizon (la de Kevin Costner) pero se deja ver.
Número 24 (Netflix): trata de una forma más adulta el tema del nazismo que Eisenberg y la familia Ingalls en Auschwitz.