Hace unas semanas, Gustavo “Maxikiosco” Noriega sacó un Relación de ideas en el que me decía tarado. Antes de hacer eso, Gustavo también mencionaba que
A pesar de que es el tema que ocupa mi mente la mayor parte del tiempo, no me gusta mucho hablar de fútbol en este lugar porque pienso que bastante gente se va a quedar afuera y no quiero ser descortés.
Coincido con esta consideración. Sin embargo, pido perdón y procedo a ser descortés. Creo que el fútbol argentino está preso de una situación de la que genuinamente no veo salida. Me preocupa bastante y lamentablemente los principales medios deportivos del país nunca terminan de profundizar sobre este tema con la seriedad que merece. Será la última vez que hable de fútbol en el Sabelotodo. Promesa de scout.
La liga argentina
Las condiciones en las que se juega el torneo son, deportiva y estructuralmente, desastrosas. Están detalladas en la nota de Gustavo, no las voy a repetir. Lo que quiero hacer es responder una pregunta que hace Claudio Tapia, el presidente de la AFA, en esta entrevista. El fragmento relevante debería aparecer al darle click. Si no, vayan al 1:12:54.
La entrevista a Tapia la hace Pedro Rosemblat y dura una hora y media. La vi entera, por las dudas, por si el contexto suavizaba la sucesión de insensateces que Tapia dice en ese recorte. Previsiblemente, no lo hace: no hay contexto para justificar que hay que tener treinta equipos porque los tuvimos en los torneos previos a los mundiales del 78 y del 86. Ese tipo de justificación basada en una casualidad pertenece a una publicidad de Quilmes, no a una decisión dirigencial e institucional. (Además, en esos años, los jugadores de la selección jugaban casi exclusivamente en el torneo local. En el 2022, solo Franco Armani jugaba en Argentina).
Quiero responder por qué yo, Francisco Noriega, quiero un torneo de veinte equipos. Pero antes quiero desglosar un poco este recorte.
Durante la hora previa a ese momento, Rosemblat lleva la entrevista como si estuviera hablando con Messi. Le dice “Chiqui”, le hace chistes, busca emocionarlo con su historia de vida. Antes de hacer la única pregunta relevante que se le puede hacer a Tapia, aclara: “para separar la paja del trigo, para separar a los mala leche, los operadores, del futbolero”. Con muchas disculpas y preámbulos, con mucho miedo a no ofender a su entrevistado, Rosemblat pregunta: ¿qué onda el torneo de treinta equipos?
Tapia responde con otra pregunta: “¿por qué querés veinte equipos?”
Con mucha soberbia, el presidente de la AFA desmerece respuestas hipotéticas reduciéndolas a enunciados simplones (“porque en Europa es así”) y las responde con argumentos sinsentido (“en Europa juegan con veinte equipos pero los jugadores nos los compran a nosotros”). “La competitividad”, dice con sorna Tapia (sin profundizar sobre qué significa que el torneo tenga mala competitividad). “Dejemos de joder con la competitividad. Central Córdoba le ganó a Flamengo”. (Un partido, Claudio. Vamos. Que jueguen diez partidos seguidos, a ver quién gana más).
El principal argumento de Tapia para un torneo de treinta equipos es el siguiente: nuestro fútbol es una vidriera. Somos una máquina de exportar jugadores al exterior y, con diez equipos más en Primera, hay más o menos trescientos jugadores más en exposición. (Diez equipos con planteles de treinta jugadores cada uno).
Como Rosembalt no supo responder, le respondo yo. De a partes.
Primero, la vidriera. El torneo de treinta equipos se creó permitiendo que ascendieran de la segunda categoría más equipos de los que descendían de la primera. Eso es así inevitablemente: equipos que en una liga normal hubieran descendido (por perder más de lo que ganaban), no lo hicieron. Y equipos del Nacional B, que en una liga normal no hubieran ascendido (porque no ganaron lo suficiente), ascendieron. Es decir, en la Primera División de Argentina hay trescientos jugadores que, en condiciones normales, no deberían estar en Primera. Jugadores que no tienen la calidad suficiente. Es lógico que eso baje el nivel del torneo, que la calidad se diluya.
La competitividad se desprende de esto. El fútbol argentino es bastante competitivo, sí. “Eso es lo lindo del fútbol”, dicen los románticos. “Cualquiera le gana a cualquiera”. Pero en el fútbol argentino cualquiera le gana a cualquiera porque todos los equipos juegan mal. Uno puede quedarse en los resultados y festejar la competitividad o ver con sus propios ojos los partidos que se juegan (son quince partidos por semana) y comprobar la realidad. Por supuesto que, cada tanto, por la naturaleza normal del mundo, algún equipo logra jugar bien. Pero es difícil que ese funcionamiento se sostenga en el tiempo. No se suele sostener consistentemente en un mismo torneo, mucho menos a lo largo de varios años.
Tener diez equipos que normalmente no estarían en primera división licúa la cantidad de partidos atractivos por semana. Es matemática: si hubiera veinte equipos, la probabilidad de que todas las semanas haya un partido interesante para ver (por fuera de River, Boca y el vistoso de turno) sería mayor. Sin embargo, lo más común es que, cada fin de semana, el espectador neutral se encuentre con un menú de opciones desolador. En la liga inglesa, en cambio, cada fin de semana hay cinco o seis partidos atractivos. Y los cuatro o cinco restantes seguramente también lo sean. Porque la calidad del torneo es mayor, desde luego, pero también porque son menos equipos.
Dinero
Ahora bien, por supuesto que la liga inglesa (o cualquier otra liga europea) no tiene mejor nivel porque tenga veinte equipos. Son muchos factores. Por ejemplo, también tienen muchísimo más dinero. (Todos los equipos, no solamente el Manchester City).
Pero tener un torneo de veinte equipos en Argentina también generaría un producto más redituable. La mayor fuente de ingresos para los clubes de fútbol son los derechos de transmisión. En Argentina, esos derechos pertenecen a Warner (TNT Sports) y Disney (ESPN). El dinero que estas empresas pagan cada año por los derechos (estamos hablando de millones de dólares) es distribuido entre todos los clubes del fútbol argentino. No se distribuye equitativamente. Por ejemplo, River y Boca cobran un porcentaje mucho mayor porque atraen mayor audiencia. Lógico. Pero tener treinta equipos no hace que Warner y Disney paguen más plata. Probablemente paguen lo mismo que si fueran veinte (aunque no me sorprendería que, de hecho, paguen menos porque el espectáculo es peor).
Supongamos que los derechos valen cien millones de dólares. Son cien millones de dólares dividido entre veinte en lugar de cien millones de dólares dividido entre treinta. ¿Cuánto creen que vale la transmisión de Barracas Central - Deportivo Riestra? ¿Cuánta gente ve ese partido?
Menos equipos implica que los que están en la primera división se ganaron su lugar y que sus clubes reciban más plata. Plata para mejorar sus instalaciones. Para contratar mejores profesionales en todas las áreas: empleados administrativos, cuerpo técnico, médicos. Y jugadores, lógicamente. Un club de fútbol es mucho más que los once que juegan el partido el domingo.
Motivación
Un torneo claro y con mejores condiciones también motiva más a sus jugadores. Hoy tenemos un torneo que no da ganas de ser jugado (mientras, simultáneamente, la gente está en su mayor grado de histeria histórico). Ser jugador de fútbol en Argentina debe ser muy frustrante. El jugador de fútbol es un profesional haciendo un trabajo. ¿No es lógico que una persona trabaje peor si las condiciones que lo rodean no son buenas? Inflamos el pecho hablando de la pasión del argentino, que nadie vive el fútbol como nosotros, que cada semana nuestro humor depende enteramente de cómo salió nuestro equipo en la última fecha y que los europeos no lo viven así, que no tienen sangre en las venas. Pero cualquier equipo alemán (cualquiera, no solo el Bayern Munich) tiene once jugadores que dan todos los pases al pie. En Argentina eso no lo hace consistentemente ni el mejor equipo de cada año.
Rehenes
La presidencia de la AFA, lógicamente, no es un cargo público. No la elegimos nosotros, lo eligen los clubes de fútbol. Esto es central a todo el asunto. La libertad de Tapia para poder hacer lo que quiera se desprende directamente de esto. Todo es un gran negociado. Es una red de mafiosos y Tapia es el capo mayor que intercambia favores por poder. El torneo de treinta equipos beneficia a los clubes chicos que en condiciones normales no estaría en la categoría. Los dirigentes de esos clubes, con tal de quedarse en Primera, le juran su lealtad a Tapia. Otro tema es el favor directo que Tapia le otorga a sus amigos (por ejemplo, a Barracas Central o a Central Córdoba -no por nada lo usó de ejemplo antes). Equipos que subieron de categoría en condiciones más que sospechosas. Estar en Primera implicará menos dinero de lo que podría implicar en condiciones normales, pero aún así es mayor que estar en la B Nacional, o más abajo aún.
Entonces, cada vez que Tapia anuncia el formato de un torneo y la ausencia de descensos, siempre tiene los votos a favor necesarios. ¿Quién va a votar por una medida que lo va a mandar a la B? El fútbol argentino es rehén de los negociados de esta gente.
Lamentablemente, en estos juegos de política berreta no se salva nadie. Por más que Brito, el presidente de River, se exprese en los medios a favor de tener un torneo de veinte equipos y un campeonato normal de ida y vuelta, Tapia gana todas sus votaciones por unanimidad. La manito la levantan todos, sin excepción. Uno creería que River y Boca, por lo menos, deberían ser capaces de aliarse y ejercer una presión real para que cambien las cosas. Por algún motivo no lo hacen o no lo pueden hacer. Ese motivo debe ser tan oscuro como mezquino.
Final
En la hora y media de entrevista Tapia dice muy pocas cosas interesantes. A lo sumo, dos o tres veces se enoja con un enemigo invisible (porque Rosemblat no le discute nada) y sale por una tangente cargada de violencia y resentimiento. Hay un momento, sin embargo, que quizás pase desapercibido pero que resulta bastante elocuente. Rosemblat hace una pregunta bastante demagoga sobre la relación de Tapia con Maradona y la importancia de Diego para los argentinos. Tapia dice que él, con Diego, la mejor. Para demostratrlo, revela que, cuando Gimnasia quiso contratar a Diego como director técnico, recibió dos llamados. Uno de Bragarnik (el representante de Maradona) y otro del presidente de Gimnasia. Ambos llamaron por su cuenta, por lados separados, para saber si él tendría algún problema con que Maradona fuera parte de la liga argentina. Tapia cuenta esto para demostrar que él siempre lo quiso a Maradona, que para él era bárbaro que Diego trabajara en el torneo local y qué tipo bárbaro que soy, olé olé olé, Diego, Diego. No se da cuenta de que está contando que el presidente de un club y un representante le tuvieron que pedir permiso antes de contratar a un técnico.
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Muy buena nota. Podrías romper tu promesa (de no volver a hablar del tema) en unos meses y no estaría mal. Sólo dos acotaciones: no todos los pases tienen que ser al pie (también vale si son al vacío y con ventaja) y en el caso de Gimnasia no le pidieron permiso para contratar a un técnico, estamos hablando de un monstruo, del señor fútbol
Gran nota.