Me encantaría que esta columna se mantenga desconectada de los eventos del mundo. Que sea, como decimos en el mundo del marketing, evergreen. Es decir, que sea “siempre verde”, que sea atemporal y que no dependa del contexto en el que fue publicado para ser valiosa. Sin embargo, a veces el mundo es persistente. A veces, la Historia se inmiscuye en nuestras vidas (¡con qué derecho!) y no nos deja pensar en otra cosa que en aquello que acaba de pasar. Voy a hablar de fútbol, de la Selección Argentina y de Lionel Messi.
Historia con h minúscula
Solo puedo pensar todas las cosas del mundo de una manera: como un relato. Lo dijo Lacan: la verdad tiene estructura de ficción. (Sí: en Sabelotodo somos lacanianos). La doy vuelta: la estructura clásica (principio, desarrollo y desenlace) funciona porque es verdad. La vida funciona así: empieza, se desarrolla y termina. En su desarrollo hay obstáculos, victorias, derrotas y reveses. Esto es cierto en lo individual y en lo general. Es cierto para la historia de la humanidad, es cierto para mi vida y para los distintos momentos de mi vida. Cada etapa de mi vida es como una temporada de una serie, con sus distintos arcos narrativos, sus conflictos principales y secundarios. Yo, a su vez, soy personaje secundario en las historias de mis amigos, de mi familia. Tengo cameos en un montón de otras historias y, además, soy extra en las historias de cada persona que me cruzo en la calle. La cantidad de historias que hay en el mundo es inabarcable. (A lo mejor hay algo un poco esquizofrénico en pensar las cosas así, con algo de distancia, como si la vida y las personas fueran puro artificio. No tengo solución a este problema.)
Algunas (la mayoría) de todas esas infinitas historias son privadas, conocidas únicamente por sus protagonistas. Otras, en cambio, las vemos todos a medida que se desarrollan.
Fútbol
Todas las cosas del mundo tienen valor narrativo. Los deportes son inevitablemente narrativos. Hay un personaje (un héroe, individual o colectivo) que compite/tiene un conflicto con otro (un antagonista). Es imposible abstraer un partido de fútbol de su valor narrativo. Hay buenos y malos. Héroes inesperados, villanos queribles y otros no tanto. Tragedias, redenciones, milagros.
El fútbol, además de todo eso, es bello. Es más, diría que la principal característica del fútbol, lo más importante que tiene, es su belleza. Por supuesto, hay gente engañada que cree que esto no es así. Gente que descree de la belleza, del valor de un juego atractivo y vistoso, como si no fuera lo vistoso lo que enamora a cualquier espectador o lo que inspira a un chico a querer ser futbolista. Dudo mucho, muchísimo, que exista alguien en el mundo, en toda la historia del deporte, que haya soñado con ser futbolista después de ver una patada o de ver a un equipo dedicarse a defender mezquinamente a lo largo de todo un partido.
Yo fui a la universidad. Hice el CBC, cursé pensamiento científico, mi mamá es doctora en filosofía. Todas esas cosas. Sé que la objetividad no existe. Y aún así… me parece que en el fútbol hay cosas que, a pesar de lo que algunos creen, sí son objetivas. Me parece objetivo que un equipo de Guardiola aspira a un fútbol que es mejor que uno de Simeone. (Por supuesto que hay gente que no coincide. Mucha gente vive equivocada con respecto a muchas cosas. No es grave.)
A pesar de lo que piensan aquellos equivocados, la belleza del fútbol está íntegramente ligada a la victoria. No es la belleza por sí sola, sino la convicción de que ambas cosas están relacionadas. Que es más fácil ganar jugando un cierto tipo de fútbol. Que ese cierto tipo de fútbol sea atractivo no es casualidad: es esencial al deporte. El fútbol es bello. Está en su ADN. Cuando un equipo juega bien, realmente bien, lo que sucede es más parecido a la magia que a otra cosa. No hay mucha diferencia entre un equipo extraordinario y una película, o un libro o una canción.
Messi
La historia de Messi es una de esas que vimos todos en vivo. Que Messi haya ganado un mundial, de la manera en que lo hizo, es absolutamente extraordinario. La historia es perfecta. Lo dije en su momento acá. En el 2006 no fue protagonista. El mundial 2010 hubiese sido un capítulo más del mito maradoneano. En el 2014 y en el 2018, en el pico de su carrera futbolística, hubiese sido apenas lo lógico: no hubiera tenido el valor emocional que su historia merecía. La historia del más grande futbolista de todos los tiempos necesitaba obstáculos a la altura del mito. Es importante, para un buen relato clásico, que llegue un momento en el que parezca que el protagonista realmente no puede ganar. Y así parecía, en el 2018, que la hora de Messi ya había pasado. Por supuesto, a nosotros (los buenos) no nos importaba, no necesitábamos ningún mundial para saber que Messi era Messi. Pero el problema no éramos nosotros, sino la historia. A la historia le faltaba un capítulo.
El capítulo llegó y lo conocemos todos. En el 2022, Messi jugó, a los 35 años, el mejor mundial de su vida. Fue el jugador más determinante del torneo. A su alrededor emergieron personajes nuevos, la generación nueva que no había sido parte de las derrotas anteriores (además de la culminación, también, de la historia de Di María, que merecería su propio apartado en el futuro). La temporada final estuvo llena de sorpresas y terminó con el final feliz que merecía. Parecía un sueño, pero era verdad. La verdad tiene estructura de ficción. Lacán. Psicoanálisis. Fútbol.
Epílogo
Argentina ganó el mundial de la mano de Messi, sin dudas, pero con la participación fundamental de tres jóvenes promesas que se impusieron durante la competencia. Fundamentalmente, Enzo Fernández, Alexis Mac Allister y Julián Álvarez. Lo cierto es que, para que entren ellos, otros tres tuvieron que salir. Lo Celso, titular indiscutido para Scaloni, se quedó afuera del Mundial por una lesión. Y la caída ante Arabia (otro momento extraordinario de la historia) obligó al DT a cambiar varias piezas. Julián por Lautaro y Enzo por Paredes. Otros dos titulares absolutos, históricos del ciclo, desplazados.
Entonces, si bien el mundial fue un momento maravilloso y soñado, la culminación perfecta para la carrera del más grande futbolista de todos los tiempos, no dejo de pensar que para Paredes, Lo Celso y, más que nadie, Lautaro, hay un pequeño sabor, como mínimo, agridulce.
La Copa América 2024, después de todo lo logrado, no tenía tanto valor simbólico. Por primera vez, después de mucho tiempo, la sensación era que se podía perder la final y no era la muerte de nadie. Después de todo, nadie gana más de lo que pierde. Sin embargo, la manera en la que se desarrollaron los hechos le dio un valor nuevo, extra y maravilloso. La Copa América del domingo pasado, el 14 de Julio del 2024, funcionó como una especie de epílogo que cerraba los pocos hilos sueltos que quedaron de la historia principal.
A los 96 minutos, tiempo extra, Paredes, Lo Celso y Lautaro entraron por Enzo, Alexis y Julián. Y el gol del título lo armaron entre ellos tres, haciendo su propia versión del gol contra Francia. Nadie más tocó la pelota en esa jugada. Eso no es otra cosa que poesía. La magia inexplicable del universo. La historia ahora sí está completa, todo lo que venga después será otra historia. El fútbol es esencialmente bello.
Historia con H mayúscula
Hay algo más con todo esto de Messi y el mundial, más allá incluso del relato clásico, de la justicia y de todo lo que venimos diciendo. En general, o por lo menos me pasa a mí, vivimos con la sensación de que las grandes cosas del mundo ya han sucedido. Que la Historia terminó con la Guerra Fría, que los Beatles y Maradona son parte de un mundo que no existe más, irrepetible. Que ahora vivimos en un mundo que avanza a pura inercia. Por supuesto que esto no es así, y no es así por muchos motivos. Pero el 18 de diciembre del 2022, cuando Messi ganó el mundial, sentí, por primera vez, que estaba siendo testigo de la Historia. Para mí, que tengo treinta años, fue una sensación muy extraña y emocionante. Imagino que así se debe haber sentido la llegada a la Luna.
Final
Algo que me quedó afuera. Es verdad que la nueva generación fue fundamental en el título del 2022. Lo dijeron ellos mismos varias veces: jugaban para que Messi saliera campeón más que para salir campeones ellos mismos. Pero Messi en esa copa fue esencial, determinante y total protagonista. En cambio, su lesión en la final de la Copa América abrió un nuevo arco para esos personajes secundarios. Después de todas las alegrías que Leo les había dado, ahora les tocaba devolver el gesto de la manera más absoluta: ayudarlo a ganar un título sin él en la cancha.
Ya no queda nada más. A lo mejor ahora sí se terminó la Historia. El fin del siglo XX: la Copa América 2024.
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Buenísimo! Excelente narración de un hecho del cual todos nos sentimos parte! gracias!
Y disfruto mucho tus columnas!
Chapeau maestro. No tengo palabras. Cada vez mejor tus columnas (?) ensayos (?) reflexiones (?). Si tuviera laburo me suscribiría. Juro.