Es difícil escribir un newsletter sobre un enigma. ¿Quién es Bob Dylan? Se puede hacer un intento vago y enciclopédico, un parafraseo de su artículo de Wikipedia, y decir, por ejemplo, que:
Bob Dylan nació como Robert Allen Zimmerman en 1941, en Minnesota. Se hizo conocido en los 60s como un emblema de la música folk, con letras que expresaban la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos.
Hay muchos datos más como esos en su Wikipedia. También hay muchos documentales, entrevistas y testimonios de sus amigos y de él mismo. Dylan no es Salinger o Lovecraft, no es un enigma porque no se sepa nada de él. El enigma de Dylan es que, aún sabiendo muchas cosas sobre él, nunca termina de quedar claro quién es.
Dylans
A esta altura, decir que hay más de un Dylan es un lugar común. El de los primeros 60s, folk, acústico y políticamente comprometido. El Dylan de los segundos 60s: rock, eléctrico, simbólico. No Direction Home, el documental que hizo Scorsese, dura ¡tres horas y media! y apenas cubre la vida de Dylan desde 1961 hasta 1966. Eso es solamente dos Dylans. El tipo es inabarcable en una película de más de tres horas, más aún lo será en este humilde newsletter. Haremos lo que se pueda.
Algo que sí queda claro con la película es que el enigma es casi fundacional. Todos los testimonios sobre él de chico coinciden en que era un poco extraño, delirante y, sobre todo, bastante mediocre. Los entrevistados lejos están de alardear que ya desde pequeño se notara que había algo especial en él. Recién cuando viaja a Nueva York, en 1961, y específicamente a Greenwich Village (esa era la escena en Nueva York en los 60s) es cuando algo se desbloquea en él y empieza a llamar la atención.
A partir de ahí, Wikipedia: música folk, Blowin’ in the Wind, The Times They Are a-Changin’, la voz del cambio, de la lucha, del hombre común y de los derechos civiles.
Eventualmente llega el famoso “Electric Dylan”, el día que toca un set eléctrico en el festival de Newport (un festival folk, música tradicionalmente acústica) y genera la indignación de todos sus seguidores. En ese momento, en 1965, Dylan se vuelve un rockstar. Caótico, con letras crípticas y no explícitamente políticas. Subterranean Homesick Blues, Maggie’s Farm, Like a Rolling Stone. Pendenciero, provocador, desafiante.
Ese Dylan es hipnótico. Tan carismático como irritante. (Esta entrega de Sabelotodo es un muestrario de adjetivos). Es el Dylan que dividía sus conciertos en dos: una primera mitad acústica y una segunda mitad eléctrica. Es el Dylan que, cuando le gritaron “¡Judas!” por haber traicionado sus orígenes folk, respondió tocando Like A Rolling Stone bajo la instrucción “play fucking loud”.
Hasta ahí, no hay mucho más que un músico folk que, en medio de los vertiginosísimos años sesenta, se pasa al rock. Una marca de los tiempos, inevitable y lógica. Pero cada vez que la gente creyó que lograba encasillarlo y definirlo, Dylan se movía. Así siguieron los años y así Bob se fue refundando. Después del rock, el Dylan country. En los 70s, el Dylan de Blood on the Tracks y Infidels. Después de su renacer, el Dylan cristiano. Ya de viejo, con la voz grave y rasposa (más que antes), el Dylan crooner.
El Dylan poeta, pintor, escritor, conductor de radio y actor. Siempre, en todas sus facetas, el Dylan críptico, elusivo, definible solo en su indefinición. Es un lugar común, pero también es cierto.
Punctum
Todo eso es Wikipedia. Estoy ganando tiempo con Wikipedia porque no sé cómo escribir sobre un enigma, y mucho menos sobre por qué el enigma es tan bueno. Es fácil explicar por qué algo es malo, pero explicar por qué algo es bueno, bueno de verdad, es casi imposible. La música (el arte en general) tiene reglas, oficio, trucos, teoría y todo eso se puede entender y estudiar. Pero finalmente lo que termina sucediendo, lo que esos trucos y esas reglas generan en el lector, espectador u oyente, pertenece al reino de lo divino.
Las letras de Dylan, aún cuando en el 90% de las veces no sé qué significan, son maravillosas. A veces desde el puro significante, por la colección de imágenes, de personajes, de ¡construcciones semánticas! No importa de qué estén hablando “realmente”, incluso muchas veces el propio Dylan no sabía.
Hay una entrevista del 2004 en la que habla de algunas de sus primeras letras y dice que no sabe cómo escribía esas cosas, que se siente como algo mágico. Que ya no puede escribir más esas cosas. Ahora puede hacer otras cosas, pero ya no puede escribir letras así. La letra que cita en la entrevista es la de It’s alright, Ma (I’m only bleeding), una canción de 1965.
El artículo de wikipedia dice que la letra de It’s alright, Ma “expresa la ira de Dylan ante la hipocresía, el comercialismo, el consumismo y la mentalidad bélica percibidos en la cultura estadounidense contemporánea.” Díganme si eso no suena decididamente más aburrido y menos interesante que la letra por sí sola, despojada de interpretación. No hay interpretación posible que le haga justicia a una buena letra, ni de Dylan ni de nadie.
En la misma entrevista, Dylan dice que sus letras funcionaban (refiriéndose a su primera etapa como cantante de protesta) no porque hablaran de cosas reales sino porque lo hacían “con un cierto ritmo, con figuras retóricas como la aliteración, y porque tenían matices poéticos”.
Final
Cada uno tiene su Dylan favorito. No voy a decir el mío, porque mi opinión es mía y me la guardo para mí. Pero sí quiero decir que el favoritismo por un Dylan no es en desmedro de los demás, sino junto a los demás. Por eso mismo no tiene mucho sentido pensar “quién es Bob Dylan”, cuál es el verdadero, el más genuino o el mejor. Cada Dylan funciona porque existe en el contexto de todos los otros Dylans que lo precedieron y sucedieron. Dylan es todos esos Dylans al mismo tiempo. Es como el aleph, se presenta en un pantallazo inmediato y simultáneo. Es imposible representarlo y explicarlo porque el lenguaje es necesariamente sucesivo. Solo queda sumergirse en él, a ciegas, y disfrutarlo completo.
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Como yo no soy angurriento con mis opiniones como el Sabelotodo, diré que mi Dylan favorito es el evangelista (Slow Train Coming, Shot of Love). Además de ser discos musicalmente hermosos, me gusta que vuelve a querer "decir cosas" con canciones, y tiene una conversión espiritual muy extraña en la que inexplicablemente (o no) mantiene el resentimiento que lo caracteriza desde que le gritaron Judas.
Hay un Dylan para cada etapa de la vida, se va y se vuelve, se redescubre y se reinterpreta.
En algún video aparece diciendo que el propósito de la vida es Crear, y crear es cambiar, el tipo es una de las personas más coherentes que se me han cruzado y acompañado en esta desolation row. gracias, espero la segunda entrega