Abril siempre es un lindo mes. El clima suele ser muy agradable (aunque a veces puede hacer un calor totalmente desmedido e inapropiado). El otoño es una estación casi más hermosa que la primavera, con sus colores ocres y sus días soleados con baja temperatura. Además, abril en mi infancia fue el mes de la Feria del Libro, evento que esperaba con ansias cada año. Y desde hace veintiséis años es el mes del BAFICI (en el 2020 no se hizo y en el 2021 se hizo a fines de marzo). Entonces, desde que tengo memoria espero que llegue abril para disfrutar dos eventos culturales que me traen mucha felicidad.
El Bafici fue desplazando a la Feria, hubo años que se superpusieron y siempre, en mi caso, la balanza se inclinó por las películas. Así como muchos hombres relacionan eventos de su vida personal con los mundiales (Mi hijo nació después del gol de Maradona a los ingleses podría decir alguno de ellos), yo podría decir que en el Bafici del 2010 estaba embarazada de 37 semanas y pude estacionar rápidamente en el lugar reservado. Y así seguir con cada año, repasando la mayoría de los catálogos que conservo, los invitados que pude escuchar en charlas magistrales, las películas que recuerdo y me marcaron para siempre. La visita de Bogdanovich y Nani Moretti han sido dos de los puntos más altos de mi vida cinéfila. Haber estado ahí escuchándolos fueron dos experiencias únicas como lo fue ver a la distancia a dos estrellas magnéticas como Maggie Cheung e Isabelle Huppert.
Marcelo Panozzo y Javier Porta Fouz, íntimos amigos, formaron parte del Bafici casi desde el comienzo y se convirtieron en sus directores. Todavía recuerdo la emoción que sentí en el primer Bafici dirigido por Panozzo al ir a retirar mi credencial y comprobar que era violeta. Fue un regalo inesperado pero ansiado. Ese color de credencial te permitía entrar a cualquier función en la que hubiera lugar sin la necesidad de reservar entradas.
Una parte casi igual de divertida que asistir al festival es armar la grilla previa propia. Leer el catálogo, intuir cuáles películas pueden ser de interés y luego combinar días, salas y horarios es armar un rompecabezas que produce la misma satisfacción que programar un viaje. El festival es eso, un viaje por el mundo en tu misma ciudad, que empieza cuando lo planificás y termina cuando finalmente te sentás en la butaca. Tener la credencial violeta, era como tener la travel card, los viajes podían ser ilimitados.
Mi mayor miedo cuando Macri gano la jefatura de gobierno en la ciudad era que fuera a sacar el Bafici, esas eran mis prioridades. No solo no lo sacó, sino que el festival fue creciendo año a año con los vaivenes propios de nuestra frágil economía. Así lo señalo Javier Porta Fouz en su texto del último catalogo:
Cuando empezó el Bafici, en el siglo pasado, faltaban años para que apareciera Twitter, que mucho tiempo después dejaría de llamarse Twitter para pasar a ser X. En esa red social, justo en los días de cierre de este catálogo, un usuario llamado @7saltamontes hizo la siguiente pregunta: “¿Cuál sería el principal logro de la dirigencia política desde que volvió la democracia? Algo que nos haya mejorado la vida, cambiado, que perdure hasta hoy, que hoy suceda y antes no... (deposite su mejora abajo)”. Y entre las respuestas una, de otro usuario, @DiegoCBe, fue: “El Bafici”. Por supuesto que X, antes Twitter, es una red social y como tal es especialmente proclive a las preguntas simplificadoras y a las respuestas hiperbólicas (o al revés). Pero es cierto que el Bafici perdura, que está todos los años –sí, claro, con la excepción del 2020 y la “fuerza mayor”– y que acá estamos en la vigésimo sexta edición con un evento que nace de la convicción de que un festival así mejora la vida en la ciudad y que proviene de una política cultural que está a favor del acceso y la diversidad.
El Bafici no resuelve el cuarenta por ciento de pobreza, pero es un ejemplo de una política pública virtuosa y duradera. Por eso me enerva cuando la gente chifla el aviso del Gobierno de la Ciudad que aparece antes de cada función. “Hermano, no te lo sacaron, te lo organizan, venís a disfrutarlo y los chiflas. ¿Quién sos?”
De todos los Bafici o BA FI CHI como escuchamos nombrarlo en un baño del Hoyts a unas chicas y quedo como chiste interno hay uno que siento que me pertenece. En el 2001 fui asistente de dirección de Quintín (y Flavia) el director que sentó las bases para que el festival sea, lo que sigue siendo hoy. Fue el trabajo más emocionante, divertido y extenuante que tuve en mi vida. Hacer el festival es otro viaje alucinante y hacerlo en sus comienzos tenía algo de proeza épica. En los 2000 había dos tótems a conquistar: Pascual Condito y Mónica Bartolomé
Pascual Condito, dueño de Primer Plano, era el principal distribuidor en el país de películas independientes nacionales e internacionales. Quintín con su clarividencia habitual pensaba que si la película china Platform (Zhan Tai) dirigida por Jia Zhangke no estaba en competencia en el festival, nada tenía sentido (ganó el primer premio). Su meta era conseguir esa película cuyos derechos tenía Condito. Fui testigo de un largo tira y afloja entre Quintín y Pascual. Condito, consciente del arma que tenía entre manos, negociaba incluir otras películas a cambio de Platform y seguramente otras cosas que no recuerdo.
Otro de los objetivos de Quintín para ese festival era exhibir varias películas coreanas, con eso se abrió otra larga negociación con la embajada de ese país. Para conseguirlas también había que llamar en nuestra madrugada a Corea por la diferencia horaria. Íbamos con Julian Cooper que oficiaba de traductor a la 1 de la mañana a las oficinas del San Martín para llamar a Corea. Eso era un día de oficina. En esta nota Quintín cuenta más de como fueron sus tiempos de director.
Mónica Bartolomé era otra de las piezas claves del festival en ese momento y por varios años más. Mónica, el prototipo de lo que sería una señora regia, tenía el monopolio del subtitulado electrónico de las películas con su correspondiente display externo a la copia y su operador de los subtítulos en sala. Su trabajo se llevaba una cuota altísima del presupuesto del festival. Uno de mis trabajos era llevarle valijas repletas de VHS desde el teatro San Martín a su oficina de Callao y Corrientes para que se hiciera el subtitulado. Cuanto más largas eran las películas más caro el subtitulado. Satantango, de Belá Tarr, que duraba siete horas, fue un punto álgido en la negociación con Mónica.
Quintín y Flavia hicieron un festival descomunal en el c… del mundo. Nada era imposible para ellos, vivían por y para el festival. Capitanearon un equipo que amaba su trabajo. Ese espíritu se fue transmitiendo de gestión en gestión.
En estos veintiséis años la tecnología dio vuelta el consumo audiovisual. Muchos cambios favorecieron al festival, por ejemplo, los avances en subtitulado, las copias digitales. Otros, como la posibilidad de bajar películas y la aparición de las plataformas, hicieron que la curaduría fuera más compleja. Las sucesivas crisis afectaron el presupuesto reduciendo invitados y pasadas de películas internacionales. Aun así, el festival sigue siendo un lugar donde uno descubre directores, cinematografías o revisa clásicos.
Javier Porta Fouz, el director actual, entró conmigo a trabajar en el festival. Tenía la titánica tarea de armar la grilla de programación cuando las películas venían en fílmico, en 35 mm, en 16mm, DVD, etc.; había que tener en cuenta la ventana de pantalla (googlen porque no sabría explicarlo) e infinidad de variables más para programar cada sala. Solo una mente como la suya pudo hacerlo. También contó con la colaboración del brillante Marcelo Alderete que se encargaba del transporte de copias, es decir tenía que garantizar que cada película llegara a su sala.
Javier pasó por todo el escalafón, hizo escuela y dejó su legado para que otros armen la grilla. Fue programador muchos años. Yo siempre le preguntaba qué películas había de familias (mi tópico favorito) y un día creó la sección Familias que perdura hasta hoy. Ya no le pregunto, voy directo a leer esa parte del catálogo.
Esta edición del festival también quedará en mi memoria, no pude ir a varias de las funciones que tenía programado asistir por un evento de salud repentino y algo grave. Ya estoy mejor, esperando el nuevo abril. En este mi hijo cumple quince años. Como dije al comienzo abril siempre fue y será un lindo mes.
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Un mundo maravilloso, y muy bien contado. Gracias, Mariela. Cuidate.
Estupenda reseña de amor "baficiano". Gracias. Un abrazo.