El nombre del barrio nace del diminutivo de "chácara" o "chacra", voz quechua que significa "granja" o "quinta". Este barrio era conocido como la Chacarita de los Colegiales, ya que era la chacra de un colegio de la "Compañía de Jesús". Hoy resulta difícil disociarlo de la presencia del cementerio, que nació ante la urgencia por la epidemia de fiebre amarilla.
Hace unas semanas hablamos de un barrio del que somos vecinos que nos produce sentimientos encontrados: Caballito. Hoy vamos a hablar de Chacarita, un universo muy alejado del planeta La Volpe.
El barrio puede definirse como el epicentro de lo distendido, frecuentado por milennials o la generación Y. Un grupo etario que parece acuñar el lema “El éxito consiste en ser feliz los domingos a la tarde”. Podemos dar fe de ese espíritu porque hace un par de años vamos todos los domingos a CNN Radio a hacer Libros con Ñ, lo cual nos sirvió de excusa para frecuentar sus diversas propuestas gastronómicas, aunque ya era un barrio de nuestra preferencia. En Chacarita todo es singular, aunque se respire un aire común. Las cadenas gastronómicas por suerte no han hecho pie y las casas bajas se mezclan con bares, cafés y restaurants con onda. También hay atelieres de artistas, marcas de algunos diseñadores independientes y teatros alternativos. Todo lo lindo que tenía Palermo Soho hace treinta años parece haber desembarcado en Chacarita. La pregunta es: ¿por cuánto tiempo? Hay dos cosas que huelen mal en Dinamarca. Una la describió crudamente y con la ironía que lo caracteriza un vecino ilustre del barrio y de newsletter Esteban Schmidt en uno de sus primeros envíos. Ahí Esteban explicaba muy bien el yin y el yan del barrio:
La ansiedad por drogarse que tienen nuestros vecinos sin techo es algo que se ve poco. Salir a la calle, caminar por Fraga, por Teodoro García, por todas las transversales a Federico Lacroze es un espectáculo de consumo a la vista del público y a toda hora. Cualquier superficie que se eleve del suelo sirve para que se sienten y prendan el fueguito sobre la chapa o cuchara o tapita incluso plástica de Coca donde preparan la mezcla que inhalan o que se pasan por las encías. No pueden esperar a llegar al rincón más oscuro o menos transitado. Lo hacen en la entrada de un edificio y cuando completan la faena arrancan una marcha acelerada, como atlética, que, si se los sigue un poco, persigue los mismos propósitos del paleolítico: tomar agua, recolectar algo de los tachos de basura, cazar una medialuna mordida y abandonada sobre la mesa de un bar.
Al visitarlo como turistas, generalmente de día no vemos esa realidad, pero está ahí latente al igual que en todos los barrios de la ciudad. Otra cosa que llama la atención son las banderas que cuelgan de muchas de las casas.
Por principios desconfiamos de las consignas uniformes y más aún si corresponden a vecinos progres que se oponen por default a toda iniciativa del PRO. Una vez más recurrimos a nuestro vecino Schmidt para desasnarnos y así explica el reclamo:
Amparo Ambiental Chacarita: en Chacarita luchamos para que los desarrolladores inmobiliarios, el gobierno de la Ciudad, los concejales asociados y el diario La Nación no nos quiten el cielo que tenemos otorgado, sin pagar, por ser criaturas humanas. Quien circule por Chacarita y Colegiales verá las banderas colgadas de los balcones, de las ventanas, donde pedimos que no se construyan más edificios y torres. Como Jorge Macri representa a los desarrolladores, no le pedimos nada, pero no sabemos si Martín Lousteau también está enganchado. En caso de que no, si logra asegurarnos la duración del cielo, se lleva todos los votos del barrio, al menos los votos que ya están dirigidos a Juntos por el Cambio, que son un montón. Mandenlé un whatsapp.
Parece una causa noble y un acto de resistencia a que Chacarita termine siendo tan populoso e impersonal como Belgrano o Caballito. Desde acá les brindamos nuestro apoyo.
Mientras tanto, nos dedicamos a disfrutar de las muchas bondades del barrio y, como es costumbre en estos envíos, lo bueno se comparte. Les dejamos acá una guía acotada de nuestros highlights.
Katz: Ayer "Las Katz", las hermanas Michal y Eugenia. Hoy "Katz", con Eugenia a cargo, es el mejor lugar para comprar un regalo bueno, bonito y barato y sorprender al agasajado. Bijouterie artesanal, con elementos antiguos y reciclados. A la manera de los restaurants con cocina a la vista, acá también está el taller donde Eugenia engarza sus piezas. Variedad y calidad. También se puede comprar por internet, para pasar a buscar por el local o con envío.
Floresta: A una cuadra de Katz está este local de vestimenta de Alejandra Ventura. Otro lugar despojado que en el modo slow del barrio abre solo por la tarde. Como dice la experta en moda Victoria Lescano, se trata de una marca de básicos trazados en materiales nobles, enfatizando la buena realización y los precios sensatos. Los colores puros, la buena moldería y la comodidad son las características distintivas de Floresta.
Greens: Gracias a mi amiga Quimey conocí este local que tiene ecos de Cos, mi marca favorita que no llego a Latinoamérica. Dos diseñadores, Gabriel y Walter, hacen ropa con líneas arquitectónicas. En colores neutros, como azul, negro, verde, blanco. La vedette son los géneros nobles y la confección con líneas amplias y rectas.
La noire café: después de ir de compras pueden hacer una pausa tomando un Chai (riquísimo, te dan una tetera entera) con algo dulce en este café de decoración ecléctica con aire parisino. Es muy común ver gente sola sentada con sus computadoras trabajando o leyendo. Es un lugar acogedor, familiar con mejores opciones dulces que saladas pero las diferentes versiones de tartines (pan con cosas) valen la pena.
En el corredor de Jorge Newbery hay buenas y varias opciones. Destacamos Silvestre, que tiene una propuesta amable en calidad y precio. Todo lo que ofrecen en el mostrador es rico. Nuestros preferidos: el locatelli de lomito y la danesa de fruta. En la misma cuadra esta Silvestre para hacer compras saludables. Para las nochecitas primaverales está Lutero, bar de tapas y pizza donde sirven un vaso de tinto de verano inolvidable, LA bebida alcohólica para los abstemios.
A unas cuadras está el nuevo local de Apu Nena, el bar de tapas asiáticas creado por @christinasunae y @flowravioli. Se definen como un lugar de alma asiática con productos locales. Mi plato preferido: Satti de pollo. Dos brochettes de pollo a la parrilla, marinados en lemon grass y jengibre, con curry de maní, vegetales salteados y arroz blanco.
El multifacético Enrique Piñeyro (actor, piloto de avión, médico, cocinero, director de cine) eligió este barrio para sus tres emprendimientos de excelencia. Le habíamos dedicado un texto a las 3 Anchoítas. Aquí va actualizado: En el 2019 abrió Anchoíta y fue un éxito casi inmediato. El boca a boca lo instaló como uno de los mejores restaurantes de Buenos Aires. En 2020 con las restricciones de la cuarentena cerró sus puertas y recién reabrió en 2022. A partir de ahí, conseguir una reserva se convirtió en una empresa titánica. Este año, el día que se pusieron a disposición del público, se agotaron en horas y no queda ninguna disponible en 2024. Llama la atención ya que para reservar hay que dejar los datos de la tarjeta de crédito y si uno no cancela con anticipación se cobra un cargo no menor. Una de esas reservas es la de los dueños de Maxikiosco para celebrar veinte años de casados.
Pudimos ir una vez en febrero de 2020. La experiencia en Anchoíta cumplió las expectativas. El lugar esta puesto a todo trapo. Hasta los baños tienen inodoros inteligentes, quizás más que nosotros, los comensales. Todo fue rico, la atención impecable y la cocina a la vista es un espectáculo en sí mismo. Anchoíta posee todas las características de lo que se conoce como un restaurant de alta gama. Esto puede resultar algo incómodo para un comensal promedio como nosotros, pero todo lo esnob que pueda parecer está sustentado por el producto y vale la pena la experiencia.
Para los que no consiguen reserva o tenemos presupuestos más acotados, Piñeyro abrió dos lugares más, que pergeñó durante el cierre forzado del restaurante original. El primero es Anchoíta Panadería, una opción muy razonable para merendar o desayunar. Ofrecen helado. Recomiendo el cubanito con dulce de leche y los churros. También hay una carta corta de comida salada (sándwiches, chipa). El deck al sol es un plus.
El último emprendimiento en abrir fue Anchoíta Cava, un lugar diminuto que ofrece vinos, una gran variedad de quesos y fiambres, raciones de comida y algunos postres. Todo de gran calidad, con precios muy adecuados para el nivel de la comida. Es un gran lugar para ir en solitario a la tardecita, sentarse en su pequeña barra y degustar las pequeñas delicias que ofrecen. Una grata novedad es que este año abrieron un local al lado del original lo que multiplico los pocos lugares que había. Descontando la excelencia de Anchoíta, la de la cava me parece la propuesta más original e innovadora
Otro de nuestros preferidos es Condarco, en la esquina de Dorrego y Villarroel Un restó pequeño y amable, de comidas sencillas y ricas. Ambiente juvenil y buena atención. Aires de rinconcito de Berlín con clásicos de la cocina porteña reversionada, desde tortillas de papa babé a flan de queso. No se pierdan la pesca curada y el sándwich de milanesa, que es riquísimo. Enfrente en diagonal esta Picarón, otra propuesta innovadora que ofrece platitos fríos y calientes servidos en la vajilla más linda del mundo con diseño de Pesqueira
Para terminar, dos novedades y una yapa:
Abreboca: Este flamante restaurant, que tiene la fachada de una casa, contiene una joya escondida en su interior. Un patio andaluz que amerita la visita independientemente de la propuesta gastronómica. Nos contaron que casi no le tuvieron que hacer mejoras, solo ponerlo en valor y desmalezar. La cocina a la vista está al fondo del patio y también tiene un salón adelante despojado y muy bien decorado. La propuesta es la de una pulpería moderna. Excelente la charcutería. A mejorar: el tiempo de demora de los platos a la mesa, sobre todo que la mayoría no requieren una gran cocción.
Margen del mundo Café: Un oasis en la zona de talleres. Este bar ofrece el plus de pispear cómo funcionan dos radios por dentro: @berlin107.7 y @elobservador1079. No tomo café, pero dicen los que saben que el de ahí es exquisito y toda la pastelería es riquísima. Destaco el crumble de frutos rojos. El plato de yogurt con frutas es muy potente y la presentación divina. También ofrecen un buen menú del mediodía para almorzar.
La yapa: ¡Extra, extra! Shokupan, los sandwiches de miga japoneses, cerró su local de Palermo y se acaba de mudar a Chacarita, a la calle Loyola al 1600.
Un barrio que se conocía por su cementerio se transformó en un jardín de propuestas originales y diversas. ¡Que fascinante es el urbanismo!
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Muy lindo Mariela. Vivo en pleno Chacalermo, entre hordas de expats, talleres mecanicos, infinitos cafés y bohemian bourgeois afectados que toman sus flat white en las veredas, ingenuamente exhibiendo sus Macs a los fieritas. Capaz hay que hacer doble click en esa afectación. Por qué son tan raros, por qué gusta eso? Saludos.
Estoy en Madrid, rodeada de buena comida y ropa linda. Todo seguramente más barato que en Buenos Aires. Sin embargo, me dieron ganas de darme una vuelta por tus recomendaciones chacaritenses (alguien que me ayude con el gentilicio).