
La menopausia es una segunda adolescencia; el cuerpo otra vez se rebela y una deja de reconocerlo.
Mariana Enríquez
Parafraseando la canción de Miranda, Ya lo sabía, yo no lo sabía. Estoy hablando de lo que no sabía del periodo vital que estoy atravesando: el climaterio.
La semana pasada nuestro vecino Hernán Iglesias Illa en su newsletter de la revista Seúl escribió: cumplí 50 y ya no va quedando tanto tiempo como para esperar que las cosas pasen sin ir a buscarlas: cuando decidimos pasar enero en Buenos Aires, vi que era mi oportunidad de leer Ana Karenina.
Voy a cumplir 53, a los 50 hice una fiesta que planeé durante mucho tiempo. Fui muy feliz, pero a los pocos días comencé a darme cuenta de que aún con suerte me quedaban menos años de vida de los que ya había vivido y esa daga se instaló en mí.
Este hecho nos iguala a Hernán, a mí y a todos los mayores de 50. Sin embargo, en esta etapa hay una diferencia tajante entre hombres y mujeres. No creo que las mujeres seamos víctimas per se, no me gustan las series de “chicas”, ni la idea de que el mundo nos debe algo. Lo que si nos diferencia y hace la vida muy distinta de los hombres con respecto a las mujeres es la capacidad de llevar un hijo en el vientre. Como ya dijimos en estas entregas, no importa si esa posibilidad se concreta o no. La condición de posibilidad, cuyo símbolo es la menstruación, abre un mundo de distancia entre ambos sexos.
Así como toda mujer un día menstrúa, toda mujer, otro día, varías décadas después, deja de menstruar. Y eso marca desde lo biológico el fin de esa condición de posibilidad de ovular y llevar adelante un embarazo. Los hombres no tienen ese corte natural tajante, su capacidad reproductiva puede acompañarlos hasta el fin de sus días.
Si sos hombre y llegaste hasta aquí, no abandones la lectura pensando que el tema no te interesa ni te interpela. Seguramente tenés una esposa, novia, mamá, hija, hermana, amiga o jefa con las que compartís parte de tu vida y vas a estar al lado de alguna de ellas cuando entren en esta etapa por lo que sería bueno que tengas alguna idea de qué se trata.
Una de las cosas que no sabía —porque se suelen usar como sinónimos— es que climaterio no es sinónimo de menopausia.
El climaterio es una etapa que incluye la menopausia, los años inmediatamente anteriores y el año posterior a la última menstruación. Es una etapa que dura entre 3 y 10 años de acuerdo con cada mujer.
La menopausia es el cese permanente de la menstruación, determinado de manera retrospectiva después de 12 meses consecutivos de amenorrea, sin causas patológicas. Es un evento natural que marca el fin de la fertilidad.
Ingenuamente yo pensaba que un día dejabas de menstruar, te llamaban menopáusica, te liberabas de todos los trastornos que trae aparejada la menstruación y comenzabas un periodo en que se mezclaba la libertad y la vejez. El único síntoma que conocía eran “los calores”.
Me faltaba saber que, como todo en la vida, nada es gratis. La naturaleza nos concibe como mamíferas reproductoras y entiende que cuando empieza el camino a la vejez, no es conveniente tener descendencia. Todo lo bueno que nos concedió para cuidar la reproducción de la especie, nos lo quita de una manera bastante cruel.
Así lo describe Mónica Yemanel en su libro Mujeres que ya no sangran. Menopausia: el último tabú.
Cada uno de los síntomas es incómodo, pero juntos pueden llegar a ser desgastantes. Como los estrógenos se ocupan de proteger el tejido ovárico y facilitar la lubricación, su disminución produce sequedad vaginal pudiendo provocar incluso dolor y sangrado durante las relaciones sexuales. Controlan el metabolismo del colesterol, por eso aumenta el nivel de los triglicéridos en la sangre, el riesgo cardíaco, y es difícil sostener un peso equilibrado. Al tener un rol central en el mantenimiento de la masa ósea, surge el riesgo de sufrir osteoporosis. A nivel del cerebro regulan la temperatura del cuerpo, por eso los sofocos y sudoraciones nocturnas. Su disminución influye en la pérdida de memoria y como son protectores del sistema nervioso (neuroesteroides), su falta detona alteraciones en el ánimo, que tiende a volverse irritable. Además, aumentan la caída del cabello y la sequedad de la piel. En cuanto a la progesterona, sus niveles bajos potencian la sequedad vaginal, y como es la hormona que regula la contracción de los esfínteres puede haber algún grado de incontinencia urinaria. En cuanto a los andrógenos el mayor peso relativo de esas hormonas masculinas produce un cambio en la distribución de la masa corporal, con una acumulación que comienza a situarse en el abdomen en lugar de las caderas: en vez de pera, el contorno del cuerpo se vuelve parecido al de una manzana; se endurecen los rasgos faciales, aumenta el crecimiento del vello y también las manifestaciones de un carácter más agresivo. Hay una última hormona cuyo brusco descenso impone sus propios síntomas: la DHEA (una precursora de la testosterona), que es fundamental en el control de las emociones, provoca la disminución de la libido y una mayor sensación de vulnerabilidad y de incapacidad para manejar situaciones de estrés.
Es abrumador leer todo eso junto y entender la centralidad de las hormonas en nuestra vida. Sabemos que existe la andropausia, pero es paulatina, no se da este cambio abrupto y feroz. Igualmente, a modo de consuelo, debemos decir que existen tantos climaterios como mujeres. Todas atravesamos este periodo, pero no de la misma manera ni con los mismos síntomas. Benditas las que no padecen los calores ni los cambios de humor. Los sofocos pueden ser insoportables, se enciende una estufa adentro del cuerpo que no te deja pensar en otra cosa y ni hablar de la angustia o las ganas de matar a la humanidad que se van alternando.
A la etapa reproductiva se le han dedicado infinidad de libros. Mujer, joven y madre son temas “fecundos” para la literatura de ficción y no ficción. Los especialistas en fertilidad, anticoncepción y obstetricia son accesibles para la clase media y aún en hospitales públicos están desarrolladas estas especialidades. El climaterio parece ser un tema privado aún para los que tenemos la suerte de tener prepaga/obra social. En las cartillas no está discriminada esa especialidad. No es posible saber que ginecólogo se ocupa del tema, si es que existe. Las especialistas (si, mujeres en su gran mayoría) atienden en sus consultorios en forma privada, no aceptan obras sociales.
El Hospital Italiano tiene un departamento en climaterio y endocrinología ginecológica. Es uno de los pocos que lo ofrecen y, como casi todo, está en la capital. En el interior todo es más difícil aún. Además de las consultas, los tratamientos son onerosos. La terapia de reemplazo hormonal (reponer las hormonas que descienden) es cara y tiene muchas contraindicaciones. Los tratamientos estéticos capilares y de rejuvenecimiento vaginal también. Como en casi todo, el dinero ayuda, pero en este rubro es casi indispensable para acceder a algún tipo de alivio. La esperanza de vida se ha corrido, entonces a las mujeres menopáusicas nos quedan muchos años activos y vitales, pero tenemos que atravesarlos con ese bajón hormonal que trae aparejados síntomas y trastornos que no condicen con nuestra edad mental.
Frente a tanto desaliento hay una luz de esperanza. Hay muchos libros para leer sobre el tema, la mayoría los escribieron periodistas que atravesaron o atraviesan el climaterio y algunas médicas.
De periodistas: Encendidas: Un viaje íntimo por la menopausia. Una guía para anticiparse y transitarla mejor (Grijalbo), de Mariana Carbajal. Mi primera menopausia (Chirimbote), de Paula Valeria Sánchez y Ana Peré Vignau. Mujeres que ya no sangran. Menopausia: el último tabú (Tusquets), de Monica Yemayel. La doctora Silvina Witis fue pionera en tratar el tema y es autora de Menopausia. Qué. Cuándo. Cómo. (Autoría) y la Dra. Sandra Magirena escribió Regreso a mí (El Ateneo).




En España son una referencia Nuestra menopausia. Una versión no oficial, (Capitán Swing), de Anna Freixas y un libro coral, Señoras (una guía integral para vivir tu menopausia con plenitud desde una mirada crítica y feminista.), de Elena del Estal (nutricionista), Alberta Fabris (ginecóloga), Adriana Caamaño (psicóloga) y Tania Manglano (fisioterapeuta).
No Pausa es un sitio creado por dos periodistas que tiene mucha información, aunque mucho de lo que ofrecen son contenidos por los que hay que pagar.
Hay dos libros que abordan el tema desde el humor, el juego, el placer y la posibilidad de reírse de los que les pasa a las autoras y por ende a nosotras también.
Inés Garland desde la ficción despliega viñetas en la vida de una mujer que transita el climaterio en Diario de una mudanza (Alfaguarara). La protagonista de Inés (tiene toques autobiográficos) va de su presente a su juventud. Habla de la relación con su hija, con los hombres, con su trabajo, con sus casas y en esos relatos también habla del pasaje que implica la menopausia y envejecer de una manera lúdica, poética y sin autocompasión.
El otro libro que es una grata compañía en este tránsito a pesar de que no lo escribió una cincuentona sino una mujer de más de sesenta años es: No me gusta mi cuello (Libros del Asteroide) de la gran Nora Ephron.
Ephron era una feminista de vanguardia que no renegaba de ninguno de los ítems que se le atribuyen al mundo femenino. O como ella misma lo declaró: Quiero todas las cosas que se supone que le gustan a las mujeres, y también odio todas las cosas que se supone que le gustan a las mujeres.
En No me gusta mi cuello Ephron escribe sobre las habilidades culinarias, la peluquería, las carteras, los tratamientos de belleza, la crianza de los hijos, las cualidades de una buena esposa y las amigas como fuente de amor y odio. A lo largo de cada capítulo Nora nos habla de esos temas y de lo que implica envejecer sin edulcorarlo y con la gracia que la caracterizaba.
Dicen que todo pasa, espero que esto también. Preferiría no olvidarme de lo que iba a hacer un minuto atrás, que el pelo no se me caiga, que los kilos se vayan y los calores y el insomnio también. Preferiría no estar irascible o angustiada. No tengo miedo a envejecer con dignidad, mucho peor sería no llegar a vieja, pero me habría gustado saber más de lo que iba a atravesar. Ojalá esta nota le sirva a alguien para que sepa lo que le espera.
Si están satisfechos con nuestra tarea, piensen en colaborar con un poco de dinero mensual de manera de ir construyendo una base de seguidores pagos que nos permitan mantener y desarrollar este emprendimiento. Los valores pueden no significar mucho en sus economías mensuales pero para nosotros son un ladrillo más para construir el servicio que soñamos.
Vean si algunos de los valores de acá abajo les resultan accesibles, el aporte es mensual vía Mercado Pago (PayPal para el extranjero) y podés salir cuando quieras sin ninguna dificultad:
Y, como siempre, los que quieran colaborar desde el exterior, lo pueden hacer vía PayPal:
.
Impecable compendio menopáusico!
Como consuelo, va este diálogo con mi madre a sus 93:
Y0: Hoy Fulanita cumple 70
Ella (suspirando): Seteeeenta, qué linda edad!
Lo mejor de leer esto es no sentirse tan sola. Algunos libros los leí y me anoto los demás. Y te menciono un podcast español que encontré hace poco, se llama "Hace calor y soy yo"
Vivo en Córdoba y con mis amigas nos vamos pasando datos de especialistas, hace 5 años, tratando de encontrar el ideal. Espero que el próximo lo sea. Besos y gracias!