"La gran ventaja de los hoteles es que son un refugio perfecto ante la vida doméstica". George Bernard Shaw
“When the customer comes first, the customer will last.” Robert Half
Las películas muchas veces son viajes, algunas veces porque hay un viaje en ellas (detesto las road movies), otras porque disparan viajes al interior de nosotros, otras porque nos transportan en el tiempo y otras porque, al menos en mi caso, muestran lugares que se transforman en objetivos de viajes reales. Me pasó con El baño turco (Estambul), con Antigua Vida Mía (Antigua) y con Heaven (Penzance). A veces las locaciones son explicitas y otras requieren una investigación. Cuando Imdb no había cambiado para peor, en la sección “locaciones” se podía encontrar muy detalladamente los diferentes lugares de filmación.
Uno de los grandes placeres de los viajes son los hoteles, el hogar temporario de los turistas. Como para todo hay una película inspiradora, en este caso Viajo sola (A Five Star Life) con la gran actriz italiana Margherita Buy. Es el retrato de un trabajo soñado: Irene, la protagonista, trabaja de evaluar hoteles cinco estrellas alrededor del mundo. Evalúa desde la cordialidad del recepcionista hasta el polvo acumulado en los muebles de la habitación, el servicio de despertador, la disposición de las mesas y la vajilla del restaurant, la oscuridad de la habitación a la hora de dormir y muchos otros detalles más que deberían alcanzar el máximo puntaje en hoteles de esa categoría.
Gracias a los festivales de cine hemos tenido la posibilidad de parar en hoteles que no hubiéramos podido conocer de otra manera. En Londres en 2003 estuvimos en un Sofitel que tenía, entre muchas otras cosas sorprendentes, el primer televisor plano y curvo que vimos en nuestras vidas. En Rotterdam el frigobar del Hilton contaba con sensores que registraban cualquier movimiento y automáticamente cargaba el objeto movido a la cuenta de la habitación. Un sistema contrario a la filosofía argentina de tomar los productos del frigobar y luego reponerlos comprándolos en el supermercado por un valor mucho menor de lo que los cobra el hotel. En alguno de este tipo de hoteles hay carta de almohadas, uno puede elegir el tipo que más le gusta.
Las cinco estrellas deberían garantizar un standard de calidad y servicio, pero todo puede variar ya que cada establecimiento y cadena tiene su impronta particular. No siempre el lujo es garantía de calidez, a veces este tipo de hoteles son muy impersonales y son intercambiables. Por eso la combinación de hotel cinco estrellas con el concepto boutique da los mejores resultados. Cuando me puse como meta conocer Antigua en Guatemala, una ciudad colonial bella como pocas, el siguiente objetivo era alojarme en Casa Santo Domingo, un antiguo convento convertido en hotel que es, para mí, el mejor hotel en el que me he alojado; tanto me gusto que fuimos dos veces. Mucho antes de que el diseño invadiera nuestra vida cotidiana, este hotel tenía pensado cada rincón. Al entrar por un perfumado pasillo de pisos de baldosa inmaculadas uno ingresa a otro mundo. Cada habitación es distinta, todas tienen detalles diferentes, algunas tienen chimenea, otras balcón, otras jacuzzi, otras tienen un living. Nada es demasiado lujoso, pero todo es perfecto. En la pileta convivís con papagayos y tucanes. El hotel tiene muchas terrazas con mesas y sillitas donde ver la puesta del sol. En cada terraza y en los pasillos hay frascos con merenguitos deliciosos y, antes de la moda, ya ofrecían té, café y aguas saborizadas para degustar en esas terrazas. Por la noche los pasillos se iluminan con velitas y el aroma a flores inunda todos los rincones. Adentro del hotel hay museos que muestran los objetos del antiguo convento. Aunque no se alojen allí, si van a Antigua, no pueden dejar de conocerlo.
En esa misma línea de hotel de lujo con personalidad se ubica en Uruguay el antiguo Hyatt de Carmelo que ahora se llama Carmelo Resort, desde la ruta te vienen a buscar para atravesar el bosque que desemboca en el hotel, que tiene un edificio principal y todas las habitaciones alrededor, la particularidad de las habitaciones es que son de dos pisos, dan la sensación de casa más que de habitación. Tienen bañadera separada de la ducha, un gran detalle. Los amenities, al menos cuando fuimos nosotros, eran de L’Occitane. Otro hotel cuyo aroma es difícil de olvidar.
Es hermoso suspender la realidad cotidiana viviendo en estos hoteles, pero uno no deja de sentirse sapo de otro pozo. Antes de que se impusiera parar en departamentos, la categoría intermedia entre hotel y departamento eran los bed & breakfast. Para mí, la categoría ideal, porque tenés garantizado el desayuno y el servicio de limpieza (lo mejor de parar en hoteles) y te sentís más como en una casa. En Argentina nunca estuvieron muy desarrollados. De ese rubro no puedo olvidar el lugar donde paramos en Cornwall, Penzance, en el extremo suroeste de Inglaterra, una casa igualita a las de las películas de la campiña inglesa, cuyo dueño se paraba en el salón de desayuno a contar el pronóstico del tiempo diario, describía lo que ofrecía para el desayuno y las actividades que podíamos hacer cada día. Estos hoteles dependen mucho de cada dueño y a veces uno puede sentirse un poco invadido u observado pero el ojo del amo engorda el ganado. Cuando los dueños aman lo que hacen, se nota en cada detalle del alojamiento.
Pocas veces estuve en un All Inclusive, el artificio que implican me expulsa, pero gracias a mis padres fuimos a Punta Cana a un Grand Palladium. La experiencia fue maravillosa. El frigobar es gratis, ya eso vale la pena y las toallas de pileta son infinitas. Beber y comer sin límites, la habitación tiene balanza para no desbarrancar. Una vez en la vida, si se puede, hay que vivir la experiencia de no preocuparse por nada más que disfrutar.
Independientemente de la categoría del hotel (descartando las llamadas pocilgas) hay ítems que marcan la diferencia. El desayuno es para mí uno de los principales. Si el jugo del desayuno es exprimido natural subirá muchos puntos (hay hoteles de categoría que no lo ofrecen), que haya piezas de pastelería y que varíen día a día también mejora la calidad. No tomo café y es muy desagradable cuando las tazas no están bien lavadas y les queda el gusto al café cuando te servís un té. Todo alimento que se prepare en el momento como hotcakes o huevos le aportará un diferencial al desayuno. El yogurt de pote de plástico de marca de supermercado baja la categoría.
El Llao Llao en Bariloche es uno de mis hoteles pendientes, solo pude aspirar por ahora a ir a desayunar. Fue en parte una gran decepción. Solo te permiten hacerlo entre las 7 y las 8 de la mañana; si no te alojas en el hotel, sos ciudadano de segunda. Los yogures de pote que ofrecían eran totalmente comunes, no había salmón, ni ninguna otra cosa muy sofisticada. Salvo en los frutos rojos no estaba el sello del sur. Un detalle que sí tenía y que siempre que está aporta un toque de distinción era que las mermeladas y el dulce de leche venían en frasquito individual pequeño. Una preciosura. El lugar y la pileta climatizada de borde infinito con vistas al lago salvan todos los defectos del desayuno.
Las sábanas y las toallas hacen una gran diferencia, nada más deprimente que un hotel con sabanas rotas, manchadas y finitas al borde de que te raspen. Lo mismo sucede con las toallas. Sin tener que ofrecer sábanas de algodón egipcio de 400 hilos, los hoteles deberían tener muy en cuenta estos detalles, el recuerdo de una buena cama te hace querer volver. Con respecto a las toallas, es muy irritante cuando te ponen el cartel del cuidado del medio ambiente y te instan a reutilizarlas y no ponen más que un toallero. Imposible conservarlas más de un día si no tenés donde colgarlas y estirarlas para que se sequen.
El chocolate en la mesa de luz es un gran detalle, en algunos lugares te agregan el pronóstico del tiempo para el día siguiente. El agua de cortesía también hace una diferencia.
Podríamos decir que hay hoteles mezquinos y hoteles generosos, están los que te cobran la habitación y después todo lo demás lo consideran extras, desde el uso del sauna, una parrilla o el jacuzzi, toallas para la pileta. Y están los otros que ofrecen cosas que uno no espera, como paraguas, libros, juegos, cafetera en la habitación, bicicletas, tender para la ropa. A veces es mejor calcular los costos y brindar todos los servicios dentro de la tarifa de la habitación que hacerle sentir al huésped que le cobran hasta el aire que respira. En México en un hotel cinco estrellas a mis padres les cobraron un termómetro.
A Argentina le falta mucho para desarrollar en materia de hoteles intermedios, Buenos Aires tiene muy pocos. Es muy gratificante visitar países donde uno ve que hay opciones para todos los bolsillos y abunda la categoría de bueno, bonito y barato. México y Chile los ofrecen.
Cuesta recordar como se hacía para elegir un hotel antes de internet, seguramente las agencias de viaje tenían un rol mucho más preponderante. Ahora lo más común es reservar directamente con el hotel y ahí se obtiene el mejor precio, aunque a veces las agencias pueden obtener tarifas preferenciales o incluir el desayuno por el mismo valor. Las plataformas como booking sirven más para conocer hoteles y ver las valoraciones de los usuarios que para reservar, lo mismo sucede con Trip advisor. Esto dos sitios junto con las reseñas de Google, completan el panorama para tener una idea de las opiniones de los huéspedes. A veces la gente traslada su frustración a los comentarios y no aportan demasiado, pero otras ayudan en la elección y cuando una queja se repite en muchos mensajes algo de verdad suele tener. Resulta más útil ver la respuesta de los responsables del hotel frente a los comentarios negativos, si no se hacen cargo de nada y repiten la formula “Te pedimos disculpas por el inconveniente, esperamos volver a verte pronto” seguramente no van a tomar en cuenta los reclamos y mucho menos si ni siquiera responden.
Vivir en hoteles tiene algo de lúdico, vas un lugar donde tenés solucionado gran parte de lo cotidiano y además por lo general estas de vacaciones. Volvés a ser niño por unos días. ¡Larga vida a los hoteles!
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