Aunque tenga un origen un tanto incierto, se dice que la propina tiene sus raíces en la Inglaterra medieval. Por aquel período histórico, los amos acostumbraban a regalar dinero a todos aquellos siervos cuyo desempeño había sido extraordinario a su juicio.
Escribo esta columna bajo el riesgo de ser tildada de tacaña. Tengo conflictos con la práctica de dar propina. En mi defensa debo decir que, si mis arcas estuvieran repletas de dinero, sería más fácil y no dudaría en ser generosa ante cada trabajador que espera esa dádiva.
Hecha esta salvedad, quiero desarrollar diferentes conflictos que se plantean alrededor de la práctica de dar propina. Problemas viejos y nuevos.
Restaurantes
Dar propina en los restaurantes es una costumbre arraigada y extendida en el mundo. El porcentaje puede variar, puede ser obligatoria y estar incluida en la cuenta o a voluntad del cliente. En esos casos suele leerse la leyenda El servicio no está incluido. Porcentaje sugerido: 10%.
Se supone que el salario de los mozo/as se completa con la contribución del cliente. Es algo que uno tiene incorporado y, salvo que el servicio haya sido desastroso o seamos muy ratas, dejamos propina. En la actualidad, el dinero en efectivo se transformó en un bien escaso. Dar propina dejó de ser un problema moral para transformarse en un problema práctico. Hubo un período nebuloso que perjudicó a los trabajadores. No había forma de dejar propina sino era en efectivo. Rápidamente se pensó en soluciones (nunca llega la de que los mozos ganen lo que vale su trabajo): ahora en algunos comercios Mercado Pago ofrece incorporar la propina en el momento de pagar; en otros, los mozos te dan su alías personal para que la transfieras y muchos establecimientos tienen un alias especial para dejar la propina. También a veces te entregan la cuenta con el precio de lo que consumís y se puede optar por pagar por otro valor que incluye la propina. Estamos hablando siempre de locales que cumplen ciertas cuotas de modernidad, ya sea en su propuesta o en la juventud de su personal. Igualmente, las billeteras virtuales están lo suficientemente extendidas como para que la mayoría de las franjas etarias de comensales y trabajadores se acoplen a dar y recibir propinas sin efectivo. Superado este conflicto, surgen algunas objeciones. Cada vez son más los establecimientos que requieren una participación activa del cliente. Hacés la cola, pedís en caja, das tu nombre y cuando te llaman retiras tu pedido y si sos gauchito cuando terminás llevás tu bandeja. Los comercios adoptan la lógica de los locales de fast food pero no renuncian a la propina. Ahí está el tarrito que dice Tips trabajando tu culpa, mientras pensás por qué debería dejar propina si nadie me atendió a la vieja usanza. Un mozo que no anotaba, que recordaba todo el pedido, que no te decía que ya no hay la mitad de la carta, que traía todo en tiempo y forma y luego retiraba varios platos y cubiertos a la vez, era el destinatario obligado de nuestra contribución a su salario. Bajo estas nuevas modalidades, se hace más dudoso el reconocimiento.
Otra costumbre de los restaurantes que conspira contra la propina —que por suerte en esta economía pauperizada está en franca retirada— es la de cobrar cubierto. Este ítem dudoso que abulta la cuenta y cobra un peaje por sentarse a una mesa saca las ganas de dar una buena propina. De por si el diez por ciento estipulado por el servicio debería calcularse sin el precio del cubierto. Ese cubierto, a veces, ni siquiera incluye que traigan algo más que una panera. Celebro a todos los restaurantes que te dan aperitivos sin cobrarlos, a los que estimulan el libre albedrío y cobran la panera aparte y a los que cumplen la ley y no se lo cobran a los menores. Cuentas claras conservan la amistad: sea cuál sea la modalidad del restaurante todo debe estar explicitado en la carta.
Peluquerías
Desconozco el origen de la propina en la peluquería. Supongo que tiene que ver con que muchos de los trabajadores del rubro están a porcentaje por los servicios que realizan. Los que te lavan el pelo, las manicuras, los/las que sirven café y barren el piso esperan ese reconocimiento. Las señoras grandes saludan con un beso al irse a cada uno que la atendió y le meten en el bolsillito del uniforme un rollito con plata. Es un gesto repetido que siempre me llamó la atención. A mí me da vergüenza hacer eso así que el dinero se los doy en mano o lo dejo en la mesita de trabajo y les digo: esto es para vos.
Delivery
Otro de los rubros afectados por la falta de efectivo es el de los repartidores. Las aplicaciones han incorporado la propina al pago y ofrecen diferentes porcentajes para elegir. En este caso siempre me queda la duda si le dan el dinero directamente al trabajador y no se quedan con ningún porcentaje. Esperemos que la propina les llegue completa y rápidamente. Otros servicios y restaurantes que envían sus productos cobran el envío. Ese dinero: ¿va para el repartidor? ¿Uno le paga el sueldo al delivery? ¿El chico de la moto le cobra al dueño un monto por viaje y este lo traslada al cliente? Qui lo sá. Mi regla interna es que la propina disminuye o no se da en relación con el costo del envío.
Hoteles
En turismo la propina adquiere otro carácter, sacando al maletero que universal y cinematográficamente recibe propina, la dadiva está más emparentada al soborno. Se supone que todos los trabajadores hoteleros tienen la misión de satisfacer al cliente. La buena atención forma parte de lo que uno, teóricamente, paga. Entonces la propina es un pasaporte para incrementar lo que ya está abonado. Unos pesos a la mucama para que se esmere en la limpieza de la habitación y reponga las toallas sin escatimar, otros pesos a la recepcionista para que consiga rápido el taxi o gestione una reserva. Así podríamos seguir con cada uno de los que brinda servicios en el hotel. En este caso la gran duda que surge es si hay que dar la propina al comienzo de la estadía para estimular la atención preferencial ( como el que le da propina al mozo del casamiento para que nunca este vacía su copa) o esperar al final de la estadía y reconocer al trabajador que sin esperar nada a cambio nos atendió amable y diligentemente.
Estaciones de servicio
En los países con economías tan frágiles como el nuestro, las propinas establecidas se asocian a empleos de baja calidad, no registrados y con sueldos fijos bajos. Por eso me resulta casi inexplicable que haya que dar propina a los empleados de las estaciones de servicio. Estos trabajadores tienen un empleo en blanco, reciben aumentos por paritaria e intuyo que gozan de todos los beneficios de la legislación laboral del siglo veinte. La nafta está muy cara, por lo que cualquier porcentaje de propina excede lo razonable. No entiendo la propina en este caso. Por supuesto que, si brindan algún servicio adicional, como limpiar los vidrios, revisar el aceite o el aire de los neumáticos corresponde darles propina, pero por ese extra, no por hacer el trabajo para lo que están contratados.
Garajes
No sé si hay una relación más efímera que la que se establece con el empleado del garaje en el que uno deja el auto por horas. No veo la manera de tener la obligación de darle propina porque te entrega el auto. Es su trabajo y seguramente nunca más lo veas. En todos los garajes hay tarrito de propina. Una cosa es el valet parking que te ubica el auto en un lugar que no te cobran el estacionamiento y otra es un empleado fijo de un local cuyo negocio es que dejes el auto.
Carnicerías
Empecé a pensar el tema de está columna cuando en la carnicería de la esquina de mi casa pusieron un tarrito para propinas con un cartel que dice algo así como “Tu reconocimiento estimula mi trabajo”. Tengo que darle propina al carnicero que me da medio kilo de bondiola. ¿Por qué? Todos los que vivimos de un sueldo fuimos perdiendo poder adquisitivo con la inflación galopante y no lo recuperamos. ¿Debería implementarse la propina para todos nosotros?
Exceptuando los restaurantes en los que las reglas están establecidas, la propina tiene algo incomodo. Quizás sea por su supuesto origen feudal. Ya no hay señores y siervos. Lo ideal sería que cada uno reciba un salario digno acorde al trabajo que hace. Mientras tanto… los que dejan propina van al cielo.
Si están satisfechos con nuestra tarea, piensen en colaborar con un poco de dinero mensual de manera de ir construyendo una base de seguidores pagos que nos permitan mantener y desarrollar este emprendimiento. Los valores pueden no significar mucho en sus economías mensuales pero para nosotros son un ladrillo más para construir el servicio que soñamos.
Vean si algunos de los valores de acá abajo les resultan accesibles, el aporte es mensual vía Mercado Pago (PayPal para el extranjero) y podés salir cuando quieras sin ninguna dificultad:
Transferencias directas cuando quieran y lo que quieran al alias gusnoriega.
Y, como siempre, los que quieran colaborar desde el exterior, lo pueden hacer vía PayPal:
Doy propina siempre pero odio tener que darla por default. Me sentía muy cómoda en España donde la propina solo viene después de una atención más que excepcional y es de apenas algún euro que esté pesando en tu bolsillo.
Todo bien con algunas propinas, pero a mí tampoco me sale ese gesto de beso y rollito de billete en el bolsillo en la peluquería. Lo resolví con un buen billete y un abrazo a fin de año para mí peluquera Roxi, la mujer más amorosa del mundo.