Cosas que estuve viendo (X)
Tardes de soledad, The Hitch-Hiker, The Other Side of the Mirror, Vixen!
Una nueva edición de estas pequeñas reseñas de películas que no están ni en plataformas ni en salas. ¿Cómo las vi? Andá a saber. Algunas de ellas pueden aparece en YouTube, pero no garantizo su calidad. Hay que probar. El cine que nos gusta ver en casa.
Tardes de soledad (Albert Serra, 2024)
Ultima película del realizador independiente catalán Albert Serra, que ganó la Concha de Oro en San Sebastián y despertó cierta polémica. El estilo despojado y distante, minimalista, marida perfectamente con el objeto a retratar: la tauromaquia y, en especial, las faenas del joven y carismático torero peruano español Andrés Roca Rey. La cámara sigue de una manera particular, sin ningún tipo de comentarios extras, dos instancias. Una es en la camioneta donde Andrés y su equipo van o vienen de las corridas. Lo que se registra allí es la tensión del grupo ante la cercanía de la muerte. En cada corrida morirán varios toros, pero nadie ignora, especialmente el protagonista, que él también pone en juego su vida. La otra serie de imágenes proviene de las corridas mismas, con un zoom centrado en la faena del torero, sin mostrar al público ni una sola vez. La sangre de los toros heridos, verlos siendo arrastrados una vez muertos, el riesgo en primer plano que toma el torero: somos el público que asiste entre fascinado y asqueado a un rito claramente no moderno, pero que está revestido de una solemnidad a la que no estamos acostumbrados.
La película muestra la tauromaquia sin bajar ningún discurso evidente, dejando al espectador que disfrute, se indigne o, simplemente, entienda un poco más la fascinación de las corridas. Entre las dos series de imágenes —viajes en camioneta y faenas— se intercala otra secuencia fabulosa y es la complicadísima tarea del torero de enfundarse en su traje, una escena de un homoerotismo notable, que le agrega una nueva dimensión a un espectáculo que se escapa de nuestra comprensión. La película, en definitiva, es bella y terrible, cualidades que en conjunto sólo el cine puede lograr.
The Hitch-Hiker (Ida Lupino, 1953)
Ida Lupino fue una actriz del Hollywood clásico, protagonista de varias películas, algunas de las cuales —las más recordadas— fueron en la compañía de Humphrey Bogart (They Drive by Night, High Sierra). Mucho más que eso, en una época y un medio dominado por hombres, fue directora, guionista y productora, convirtiéndose en un ícono del feminismo. De hecho, esta película, The Hitck-Hiker, es el primer film noir dirigido por una mujer.
A priori uno diría que se trata de una película eminentemente masculina: los tres protagonistas casi exclusivos son varones y la violencia y el agobio implícitos en toda la situación no remite en absoluto al mundo de la mujer. Se trata de las peripecias de un par de amigos que viajan en auto (van a pescar pero, como buenos hombres, deciden entrar a un pueblo en busca de un poco de juerga) y suben a un autostopista, quien no es otro que un asesino serial que mata en las rutas. El paseo por las zonas desérticas de la frontera entre México y Estados Unidos, la amenaza del peligro inminente, el encierro en el auto, la evidente insanía del secuestrador: todo configura una verdadera pesadilla. Es una película que no se parece demasiado a los noir de la época, habitualmente urbanos, en locaciones cerradas y con una dama como elemento que pone la trama en acción. Acá, son solo tres hombres por caminos desolados, bajo el sol abrasador de la Baja California.
Según Wikipedia: "La trama está basada en unos hechos acaecidos dos años antes, cuando un asesino en serie, Billy Cook, huyendo de la justicia tras matar a cinco personas, secuestró y obligó a que le llevaran a México a dos automovilistas que iban de caza y que le habían recogido mientras hacía auto-stop. El asesino fue ajusticiado en la cámara de gas en diciembre de 1952, tan solo tres meses antes del estreno de la película". The Hitch-Hiker no es una obra maestra, pero claramente tiene el mérito de diferenciarse de la producción de la época. Muy interesante.
The Other Side of the Mirror: Bob Dylan Live at the Newport Folk Festival 1963-1965 (Murray Lerner, 1968)
La importancia del Festival de Newport en el lanzamiento de la carrera de Bob Dylan y su posterior transformación del folk al rock quedó debidamente retratada en la extraordinaria película de James Mangold, A Complete Unknown. Para los dylanólogos, la red ofrece este documento extraordinario que muestra las distintas presentaciones de Dylan en dicho festival, desde 1963 hasta 1965. La frescura del joven cantautor, su evolución año a año, los abucheos cuando electrifica sus canciones, toda esa historia maravillosa tiene este registro documental del "verdadero hecho", y no deja de ser impactante que la realidad no tuviera ninguna complicación inesperada: las cosas sucedieron de una manera bastante parecida a la leyenda. Además de las canciones de Dylan y su presencia magnética, se puede apreciar el carisma y la simpatía de Joan Baez, encantadora y bellísima, cantando sola, acompañando a Dylan o conversando informalmente con el público. Una registro sensacional, de la mano de Murray Abraham, uno de los partícipes de ese momento particular del cine documental que fue el direct cinema norteamericano.
La película completa sobre Newport también está disponible en la red. Se llama Festival! y allí aparecen los restantes participantes de aquellos festivales en donde se sentía que renacía el folk y se imbricaba triunfalmente en el movimiento de derechos civiles: Peter, Paul and Mary, Johnny Cash, Donovan, Odetta, Mike Bloomfield y Paul Butterfield, entre otros.
Vixen! (Russ Meyer, 1968)
Otra de las revoluciones gestadas en la década del 60 fue la sexual, lo cual liberó al cine de las correas impuestas por el Código Hays. Había sexo en las películas mainstream pero en los márgenes se cocinaba la sexploitation, un cine mucho más explícito, desembozado y libre. Uno de los grandes maestros de esa corriente fue Russ Meyer, director que uno asocia inmediatamente a chicas con pechos muy prominentes y generosamente expuestos. Esta película, loca y desconcertante, es mucho más que eso, aunque las tetas no dejen de estar en el centro de la atención. Está ambientada y rodada en Canadá, en donde iban a refugiarse los jóvenes que querían evitar el draft que podría llevarlos a Vietnam. El personaje central, Vixen, una morocha despampanante, tiene como otros atributos un apetito sexual descontrolado y usar un lenguaje racista salvaje para desalentar a un pretendiente negro. Sobre la última media hora aparece un personaje curiosísimo: un irlandés marxista, simpatizante del IRA quien, en un vuelo de cabotaje quiere secuestrar la nave para aterrizar en Cuba. No se entiende muy bien qué pensaba Meyer de todos estos temas, si es que pensaba algo, pero lo cierto es que 60 años después uno ve Vixen! un tanto maravillado, por el despliegue casi maníaco de libertad y sorpresa. Y tetas.
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