Carta de Norma Morandini sobre del Barco
Nos escribió para compartir sus recuerdos sobre el filósofo cordobés del "No matarás" y la polémica.
Gustavo, gracias por recordar a Oscar del Barco y sobre todo, actualizar su conmovedora carta del "No matarás". Como cordobesa conocía a los protagonistas, el editor de la revista La intemperie, fundada por Sergio Schmucler, muerto muy joven, al mismo Oscar y a Jouvet que era vecino de mis padres a su regreso del exilio en Francia. Nunca olvidaré mi reacción, "Pobres padres", después de leer la entrevista a Jouvet donde narró cómo su grupo había ajusticiado a esos dos casi adolescentes que no soportaron los rigores del entrenamiento en la selva tucumana. Entonces, yo había regresado a Córdoba en el inicio del siglo para escribir mis reflexiones sobre el Juicio a las Juntas militares. Como imaginarás marcó y determinó mi vida adulta. Contratada para una cobertura especial para el diario "O Globo" de Brasil y la revista Cambio 16 de España de la que era su corresponsal sudamericana, fui obligada a escribir diariamente una crónica en la que debía ceñirme a los hechos, lo que ahí escuchaba de la boca de los sobrevivientes.
Necesité tiempo, diez años, para reflexionar en torno a las consideraciones morales, existenciales de lo que a mí y a mi familia nos atropelló la historia, Néstor y Cristina, mis dos hermanos presos desaparecidos en la ESMA, mi madre de "pañuelo blanco” y mi vida en el exilio. Resultó mi libro "De la culpa al perdón", sin que ninguna editorial inicialmente haya querido publicar, lo que sucedió diez años después. Nadie me explicó las razones del rechazo, pero intuyo que fue la palabra "perdón" la que los ahuyentó. Sin que leyeran lo que pienso y defiendo. El crimen es imperdonable, pero el perdón que es íntimo no se debate en los plató de la televisión, es a nosotros mismos por no haber podido evitar lo que nunca debió suceder, esa maquinaria de muerte y horror que nos sobrevive como espectros. En el libro se incluye completa la carta de Oscar del Barco, "No matarás". Un mea culpa de un hombre descarnado.
No es un hombre cualquiera. Oscar del Barco está íntimamente vinculado a la cultura argentina de la mitad del siglo pasado. Uno de los fundadores de la revista Pasado y presente, que inspiró y sustentó políticamente el intento del Che Guevara de crear un grupo guerrillero en el norte salteño. Cuarenta años después de ese disparate revolucionario, el mea culpa de Oscar del Barco cayó como una bomba en las entonces quietas aguas del pensamiento de la izquierda. Oscar del Barco no tomó las armas, no mató a nadie. No estuvo en el monte, pero como ideólogo se siente responsable por los que murieron, especialmente los dos jóvenes ajusticiados por el grupo de Jouve, quien, a su vez pagó con la cárcel, las torturas y el exilio.
No solo publiqué en el libro la carta de Oscar y acompañé toda la polémica en la época, sino que siempre me dejó perpleja la furia de algunos de sus amigos, que también dejaron de serlo tras la publicación del libro. En la pandemia escribí mi último libro, "Silencios", en el que volví sobre la carta de Oscar pero incluí la de su amigo piadoso, Toto Schmucler, padre de un hijo asesinado, y de Sergio, el joven que a su regreso del exilio en México fundó la revista La intemperie. Al leer el mea culpa del amigo, Toto, recuerda la imagen de "El grito", la pintura de Edward Munch, porque "contagia el desgarro y la abrumadora claridad sobre ese grito cuya sorda estridencia es un llamado que clama una respuesta". Sabe que todo depende de cuánto estemos dispuestos a oír, y en este sentido, me temo, seguimos a la intemperie,
Toto y Oscar pertenecen a la generación de intelectuales de izquierda que influyeron en aquellos que tuvimos veinte años en los setenta e hicimos el zigzag ideológico de la universidad en Córdoba, de la dictadura de Ongania, la liberalización de Lanusse, las cátedras nacionales de la peronización de los claustros. Ellos no rehuyen a la responsabilidad que tuvieron y nos han dejado testamentos existenciales. La carta de Toto es una pieza literaria igualmente confesional a la que debemos llegar con el corazón abierto, sin condenas. Entonces escribí: "Con Toto Schmucler comparto la tragedia familiar de haber sido alcanzados por el rayo histórico que, lejos de iluminar nos sumió en la oscuridad del dolor". Como él, como Oscar, puedo decir que mi propia vida es el prisma por el que miro, leo, trato de entender, ese tiempo de oscuridad." Como él, intenté sin suerte que mis dos hermanos, Néstor y Cristina, desertaran de la aventura revolucionaria. Ellos sí a la intemperie por la responsabilidad nunca asumida de la dirigencia de Montoneros.
Poner palabras, escribir sobre estos temas me trajo el aislamiento y la difamación de los organismos de derechos humanos, especialmente de la familia Carlotto, que decían que yo promovía el fin de los juicios. Nunca salí a responder porque puedo respetar, como respeto el dolor y la gesta luminosa de los pañuelos blancos, que también llevó mi madre, pero no admito tribunales de conciencia ni el patrullaje ideológico que me remiten a las purgas de Stalin. Además detesto la victimización, exactamente lo contrario a lo que hizo Oscar del Barco, reconocer su responsabilidad.
Los ideales igualitarios han sido desfigurados por los que se apropiaron del pasado trágico, cancelaron el diálogo honesto que comenzó a insinuarse tras el mea culpa de la conmovedora carta de Oscar del Barco. Habíamos comenzado a mostrar las heridas para trabajar sobre la democratización, el verdadero antídoto sobre la memoria. No para olvidar sino para dar sentido al sacrificio. Pero todo eso se congeló y distorsionó con la apropiación de la narración histórica del pasado trágico. Profanaron los sitios de la memoria e hicieron política con los muertos.
Por eso, Gustavo te agradezco que evoques a Oscar y su valiente carta del "No matarás". Sigo enfocada en estos temas. Justo hoy que leo tu nota homenaje a mi coterráneo Oscar del Barco, termino de entregar para su publicación mi libro "Decir adiós", con el que pretendo cerrar mi trilogía. En una democracia la memoria debe ser plural, verdadera, completa. Demasiada culpa por la responsabilidad no asumida han congelado un debate necesario como hicieron todas las sociedades que debieron dar respuestas razonables por los tiempos del terror. Las biografías importan como fidelidad de vida y pensamiento. Me sumo a tu recuerdo para despedir a un hombre que fue fiel a su biografía. Y con su evocación nos vuelve a increpar e interpelar con el "No matarás" en un país tan proclive a la aniquilación del otro, cuyo decir público está infectado por palabras de odio, insultos y asesinatos de la reputación de los que osan un pensamiento diferente al del poder de turno. Nuestra gran carencia y postergación democrática, la única cultura que necesitamos para erigir una nación próspera. Un abrazo, con amistad. Norma Morandini
Si están satisfechos con nuestra tarea, piensen en colaborar con un poco de dinero mensual de manera de ir construyendo una base de seguidores pagos que nos permitan mantener y desarrollar este emprendimiento. Los valores pueden no significar mucho en sus economías mensuales pero para nosotros son un ladrillo más para construir el servicio que soñamos.
Vean si algunos de los valores de acá abajo les resultan accesibles, el aporte es mensual vía Mercado Pago (PayPal para el extranjero) y podés salir cuando quieras sin ninguna dificultad:
Y, como siempre, los que quieran colaborar desde el exterior, lo pueden hacer vía PayPal:
Recordar...para no repetir.
Excelente. Gracias a ambos. Abrazo fraterno.