Me convertí en crítico de cine por decisión propia, de grande, sin demasiada formación previa, como en la metáfora esa del niño que se eleva del piso tirando de los cordones de los zapatos. Fue cuando con Quintín y Flavia nos unimos a otro grupo de inconscientes (Pedro Rey y Sergio Olguín) y creamos la revista El Amante. A veces el voluntarismo funciona.
Era todo risas en esos primeros días hasta que una mañana hojeando el suplemento cultural de Clarín encuentro una pastillita celebrando la aparición de la revista que terminaba con la siguiente frase (me la acuerdo de memoria aunque hayan pasado más de 30 años): “Eso sí, todo sería mejor si Gustavo Noriega no publicara todo lo que se le pasa por la cabeza”.
La sección no tenía firma pero era fama que la escribía un poeta muy reputado de cuyo nombre no quiero acordarme (Guillermo Saavedra). Desde ya que me impresionó que la primera vez que leía mi nombre en un diario fuera de una manera tan descalificadora pero después del shock me quedé pensando en otra cosa. ¿Qué pasa por la cabeza de un escritor respetado que escribe en un medio de un poder colosal y escracha así a un novato entusiasta que acaba de lanzar una pequeña revista independiente?
Forzando un poco la cosa, encontré en el brulote algo estimulante. En lo que escribía yo, y en lo que escribían mis compañeros, no había ningún tipo de cálculo. No se trataba de quedar bien con unos o mal con otros. Escribíamos, más o menos, lo que se nos pasaba por la cabeza, sin pasar por el filtro de la conveniencia o la respetabilidad. Lo que para el poeta era falta de responsabilidad intelectual, en realidad se trataba sencillamente de honestidad.
Ni mis compañeros ni yo tomamos la admonición como algo que tuviera que marcar nuestra forma de expresarnos. Seguimos adelante, expresamos nuestras opiniones, nos fue mejor o peor, escribimos notas buenas, regulares y malas. En algún momento terminó nuestra extranjería, dejamos de ser outsiders y se nos reconoció como críticos de cine. Al punto tal de que si opino de otra cosa en las redes no falta el que me espete: “¿Qué puede saber de eso un crítico de cine?”. Antes me acusaban de no serlo.
Después de una increíble cantidad de años, El Amante sucumbió a los cambios de hábito derivados de la irrupción de Internet. También por esas cosas a las que hay que aceptar con la calma del budismo zen: el cumplimiento de un ciclo. La vida –especialmente en la época que nos tocó vivir—cambia continuamente. Gracias a las redes sociales, la conversación pública se fragmentó en decenas de miles de frases breves, un formato en el que el ingenio y la audacia se imponen por sobre la conversación pausada.
Fue divertido mientras duró y seguirá siendo así pero en los últimos tiempos, por esas mareas inexplicables que tienen las redes, comenzó la posibilidad de volver a escribir algunos textos más largos, menos coyunturales, con alguna pretensión de lectura. Se dio al mismo tiempo que más gente quería leer algo así y más gente quería escribirlos.
Y así nos pasó acá, que nos dieron ganas de volver a ejercer la escritura relacionada con las películas pero también con los libros y la música. Los newsletter, sucedáneos de los blogs, están en auge y han generado textos asombrosamente buenos, investigaciones periodísticas, rescates históricos, todo tipo de producción febril, de la cual formamos parte.
Así, en este clima, nace Maxikiosco.
Para escribir lo que se nos pase por la cabeza sobre las cosas que nos gustan (o no). Para pensar, para discutir.
Me propongo, a través de tres entregas semanales, proveerles de información actualizada sobre consumo cultural, tanto de las novedades que vayan produciéndose como de aquellas películas, música y libros que fueron armando mi canon personal.
También vamos a mantener como centro de nuestros envíos el newsletter quincenal de reflexiones varias, llamado Relación de ideas.
Así, las entregas semanales quedarán conformadas de la siguiente manera:
Los martes vamos a recorrer una Biografía cultural. Los discos que escuchamos a lo largo de la vida y dejaron una marca, los libros que nos formaron y las películas que nos representan; describiendo con mucha información tanto el origen de las obras como el impacto que nos produjeron.
Los jueves, quincenalmente, Relación de Ideas, el newsletter de reflexiones generales que arrancó en Seúl hace más de un año.
Los restantes jueves vamos a recorrer el archivo de notas publicadas en libros o en la revista El Amante que tengan alguna resonancia en el presente.
Los sábados compartiremos una Agenda de consumo: qué películas ver en sala o plataforma, qué partidos relevantes hay para ver en el fin de semana, qué novedades musicales o literarias hay, qué plato rico y original se puede encontrar en algún lugar de Buenos Aires, a qué instagramers, tuiteros o tiktokeros seguir, etc.
A lo largo del tiempo iremos incorporando más material, como conversaciones, otras firmas, otros temas.
Desde ya que todo el material será de acceso gratuito. Vamos a aceptar contribuciones de los lectores con los botones de adhesión que encontrarán debajo de este texto. Nos llamamos Maxikiosco porque queremos evocar la multiplicidad de cosas que allí se pueden encontrar y la promesa de felicidad instantánea que esos productos provocan, pero también para asociar la idea de que con los modestos montos que uno deja en esos negocios, este proyecto se puede hacer sustentable y con perspectivas de crecer. Con ustedes, los botones:
Si estás suscripto, colabores económicamente o no, este sábado por la mañana tendrás en tu casilla de mail una agenda de consumo para el fin de semana, este martes recordaremos un libro que nos impactó en nuestra adolescencia y el próximo jueves vuelve Relación de Ideas. Eventualmente recibirás bonus tracks, envíos especiales fuera de agenda, como sucederá este próximo domingo.
Y así una y otra semana.
Esperamos que nos lean, que nos ayuden y que nos escriban y comenten libremente. Estamos abiertos las 24 hs como el mejor de los maxikioscos.
¡Gracias!
Vamoooooooooooooooos!
¡¡Muchos éxitos, Gustavo!! Que serán merecidísimos. Una alegría oír tu voz también por acá.