Agenda personalísima
El gatopardo, miniserie y película, Maxikiosco, Libros con Ñ, Malvina's Memories, Martha Argerich, Simona Di Gregorio.
Hola, cómo están. Acá venimos con los deberes hechos. El gatopardo en dos versiones, más los dos libros que les debía de las vacaciones, autobombo y música. Esto no es soplar y hacer botellas, amigos, así que si les sobra una moneda, al fondo del texto tienen la forma de redireccionarla. Salute.
El gatopardo (2024, miniserie de Netflix)
El gatopardo (1963, película de Luchino Visconti, Disney+)
Todavía no me decido si la idea de Netflix de convertir El gatopardo en una miniserie de seis capítulos con fuertes tonos telenovelescos fue brillante o inadmisible. Me inclino más por lo primero, habida cuenta de que vi en una semana los seis capítulos de una hora sin perder el interés. Leí la famosa novela original de Giuseppe Tomasi di Lampedusa (qué nombre extraordinario) hace ya demasiado tiempo y soy muy fan de la película de Luchino Visconti de 1963, que me parece una de las grandes obras maestras del cine.
La historia está ambientada en Sicilia en 1860. De la mano de Garibaldi y su famosa Expedición de los Mil, se gesta la idea de unir todos los feudos de la península y formar un único reino llamado Italia. De alguna manera, la modernidad se va imponiendo y uno de los últimos reductos del viejo orden es la calurosa y siempre soleada isla de Sicilia. El hombre fuerte allí es el Príncipe Fabrizio di Salina, un hombre de inteligencia superior a la de sus coterráneos y una prestancia que por siempre asociaré a la imagen de Burt Lancaster, el protagonista de la película de Visconti. Fabrizio es uno de esos personajes que son la sal de la literatura y el cine, es decir, esas personas que encarnan un modo de ser que entra en el ocaso y que tiene la inteligencia como para entender que será el último de su especie. Esa condición crepuscular y la autoconciencia dotan al personaje de una melancolía particular.
La película de Visconti era una versión libre de la novela, pero que respetaba su aire de aristocracia decadente y ponía a Fabrizio como núcleo narrativo y moral. Lo que hace esta miniserie es poner en el centro a su hija mayor, Concetta, y hacerla protagonista de un cruel desengaño amoroso por parte de Tancredi, el sobrino favorito de Fabrizio, un advenedizo oportunista que se suma a las filas del ejército de Garibaldi y que representa la inestabilidad de los nuevos tiempos. Concetta, en esta versión, comparte el protagonismo con su padre. Está interpretada por una chica italiana que ya había visto en la película de terror Inmaculada y que me parece una actriz formidable, Benedetta Porcaroli (otro gran nombre). A diferencia de su rival romántica en la miniserie, Angelica, su belleza es no hegemónica: su nariz es quizás más notable que lo común, sus dientes no son estrictamente parejos pero tiene una mirada tan perfecta y un aplomo tan extraordinario para llevar adelante sus escenas que el espectador agradece su presencia estelar. La chica está para grandes cosas. A todo esto, su rival, Angelica, la hija del alcalde arribista provieniente de una familia de campesinos pobres, está interpretada por Deva Cassel, la hija de Mónica Bellucci y Vincent Cassel, es decir, posee una dotación genética poco común. Pero, para mi gusto, demasiado hegemónica.
Un poco estirada como todas las miniseries, errática en algunos momentos y brillante y precisa en otros, la producción de Netflix tiene el desafío de mostrar un diseño de producción que no sea humillado por el recuerdo de la película de Visconti, uno de los artefactos artísticos más bellamente recargados que recuerde. Sale airosa en la comparación y si bien los códigos del novelón se imponen por sobre las intenciones de alta cultura de la novela y la película, al interés histórico se le unen las idas y vueltas del triángulo amoroso como para sostener el atractivo. Para comparar los niveles de sutileza, sugiero que vean las dos versiones y que comparen el final de Fabrizio en una (20 minutos de estertores en Netflix) y un plano genial de 20 segundos en la película de Visconti. Es fácil de ubicar, es el último. Le pongo un 7 (o 6.5, no me decido) a la miniserie y la película es un 10 clavado.

Tenía ganas de linkear a una nota de Santiago Llach que me llegó en el newsletter de Chasco Club pero lo cierto es que no está subida, así que con permiso del autor, la voy a citar salvajemente en aquellos puntos que no desarrollé.
Sobre la novela:
A la literatura le encanta ocuparse de los mundos perdidos y de los perdedores morales: Homero, Faulkner y Proust construyeron sus obras sobre esos temas. La novela de Lampedusa, publicada a meses de la muerte del autor, se convirtió en un insospechado hit: vendió 250.000 ejemplares en ocho meses y poco a poco se ganó a los críticos, incluso a quienes al principio la esnobearon. Las razones por las cuales un artefacto cualquiera asciende a la categoría de arte son misteriosas, pero hoy, ayer y siempre un making of astuto, una historia que repitan los periodistas y el boca a boca, suelen ayudar. Así, a Baudelaire, a Flaubert y a Joyce les vino como anillo al dedo que algún ser precámbrico les iniciara un juicio: nada como el marketing de la prohibición. A Lampedusa, como más o menos por la misma época a John Kennedy Toole, lo favoreció una historia que contó Giorgio Bassani, su editor: la de un genio que nadie sabía que era un genio hasta que se murió. El éxito post mortem excita la idea de que el más insospechado de los vecinos, incluso uno mismo, puede ser un genio.El gatopardo, la novela, es de alguna manera la última novela del siglo XIX, ese artefacto poderoso que, usando el dispositivo realista, anticipó el cine y diseccionó una época en la que todo (medios de transporte, medios de comunicación, ciudades) se volvió más grande y más rápido, aunque hoy nos suene inconcebiblemente lento, una época en la que todo lo sólido se disolvía en la euforia del intercambio comercial y el progreso material. De la mano de Balzac o de Flaubert, la burguesía se lanzó a narrarse a sí misma con urgencia robesperriana y anticipó, al llevar a la cumbre el dispositivo realista, el cine del siglo XX. Fue en este último siglo, en la década de 1950, mientras Palermo, capital de Sicilia, empezaba a ser demolida por la Democracia Cristiana y los últimos rastros de su Belle Époque eran borrados, que el último aristócrata de Sicilia, esa isla de frontera sombreada por la fatalidad y el esplendor de su pasado, hizo el cosplay de la voz de su tío bisabuelo a la que por momentos confundió con la suya.
Sobre la película.
Luchino Visconti, aristócrata como Lampedusa, cineasta del Norte italiano obsesionado con Sicilia al igual que Pasolini, eligió a tres de los ejemplares más bellos que dio la especie humana (Burt Lancaster, Alain Delon y Claudia Cardinale) para interpretar a los protagonistas de su trasposición cinematógrafica, una joya rococó que aprovecha el full color para transmitir el goce y la pobreza de Sicilia y reponer toda la potencia irónica de la novela.Sobre la miniserie:
La serie que Netflix estrenó el miércoles decide rellenar los huecos y las precariedades de la novela, convertir al aristócrata siciliano en influyente en la gran política italiana y a la cuasi campesina que se casa con su sobrino en una genia de la manipulación. Es un melodrama algo estirado con una dirección de arte esplendorosa y locaciones doradas por los filtros. Por momentos su exageración me puso nervioso, y no pude dejar de corregir mentalmente todas sus necesarias infidelidades al libro. Pero cada vez tiene menos sentido para mí pedirle verosimilitud o incluso coherencia a la ficción.
Nickel Boys (Prime Video)
Una de las nominadas al Oscar como mejor película llega a la plataforma Prime Video. La comentamos en la entrega dedicada a la películas nominadas, donde la calificamos con 6 (seis) puntos y, si me apuran, le bajo uno y le dejo un 5 (cinco). Copio y pego lo que escribí en aquel entonces.
La historia de dos chicos afroamericanos (negros) en un reformatorio, contada de una manera, en mi gusto, sobreestilizada, con algunas decisiones estéticas que buscan más realzar la presencia del director que empatizar con los personajes o encontrar la belleza en un lugar tan ruin. El formato y la textura que de a ratos asemeja un súper 8 pero de pronto tiene una definición de extrema nitidez; la idea de filmar desde el punto de vista de los personajes, tan experimentada previamente como pobre en resultados; los planos no subjetivos, muy cerrados e inhabituales; todas ideas visuales que no articulan en función de hacer sentir el pesar de la población de color durante la lucha por los derechos civiles. Tiene momentos bellos y escenas emocionantes; si tan sólo el director se hubiera corrido del medio, habría sido más efectiva.
Maxikiosco
Semana intensa en Maxikiosco. El martes, el Sabelotodo Francisco Poncho Noriega, escribió una nota buenísima sobre el concierto de Altamont de 1969, el comienzo de la decadencia del hippismo que quedó registrado en una película extraordinaria, Gimme Shelter, de los hermanos Maysles, glorias del cine documental. Los Rolling Stones presencian literalmente un asesinato y toda una era comienza a cerrarse. Si no la leyeron arranquen ya, porque la historia es apasionante.
Sabelotodo
Estuve haciendo la tarea. Aproveché el envión de A Complete Unknown para ver otra película que tenía pendiente hace mucho tiempo (en este caso documental) sobre un episodio importante del rock en los 60s: Gimme Shelter, de 1970, dirigida por los hermanos Maysles y Charlotte Zwerin.
El miércoles echamos a rodar nuestra sección de podcast a la que hemos dado en llamar La Librería de Maxikiosco. Reproducimos un diálogo que tuvimos con Poncho sobre A Complete Unknown en Preferiría no hacerlo, nuestro programa de La OnceDiez.
El jueves fue el turno de mi Relación de ideas en donde tiré la bronca por el estado de cosas en el fútbol argentino e intenté asumir mi porción de culpa.
Relación de ideas
A pesar de que es el tema que ocupa mi mente la mayor parte del tiempo, no me gusta mucho hablar de fútbol en este lugar porque pienso que bastante gente se va a quedar afuera y no quiero ser descortés. Sin embargo, tengo que ser sincero, la suerte del fútbol argentino me resulta más central que la de la política o el cambio climático. La estoy pasando …
Libros con Ñ (CNN radio, domingos de 14 a 16)
Tenemos una gran noticia. Va a seguir en el aire el programa Libros con Ñ, por CNN radio, un espacio que conduje desde fines de 2019 hasta noviembre del año pasado, siempre con la producción de la Inspectora, Mariela Sexer. Tuve que dejar la conducción por sobrecarga de trabajo, pero la radio le ofreció a Mariela que el programa siga y que lo conduzca ella, que cuando me reemplazó demostró que tenía dotes para la conversación y la entrevista. La acompaña nuestra amiga Laura Gentile, periodista histórica de Clarín, gran persona y extraordinario personaje esotérico. Les dejo las dos entrevistas que hicieron el último domingo.
Completamos de la semana pasado los otros dos libros que leí en mis vacaciones playeras. Ambos estaban destacados en la famosa lista de Matías Bauso y cumplieron largamente con las expectativas.
Malvinas Memories (Christian Ferrer)
Un libro curioso, en su tamaño (apenas un puñado de páginas), en su edición (sólo cien ejemplares) y en su temática, extemporánea y contracorriente. Christian Ferrer, intelectual argentino alejado de toda impostación tanto mediática como académica, recuerda en primera persona los aciagos días de 1982 cuando la sociedad argentina —una vez más— enloqueció y se sumó al delirio unanimista y nacionalista fogoneado por la Dictadura Militar. Varias de las cosas que Ferrer recuerda son de dominio público, pero otras han quedado obturadas por la desmemoria. Un extraordinario ejercicio intelectual para no dejarse embaucar con la retórica chauvinista.
Justamente, cuando me reemplazó, Mariela entrevistó a Christian Ferrer. Interesante conversación.
Martha Argerich. Una biografía (Olivier Bellamy, Blatt & Ríos)
Reedición de la biografía de la más grande pianista que dio la Argentina y una inmersión a un mundo increíble, el de la música culta y el virtuosismo. Por momentos, esa sociedad mágica de intérpretes de música clásica parece una liga de súper héroes, con códigos distintos a los de los mortales y la incomodidad de tener un don que al mismo tiempo los inadecua para interactuar con el resto del mundo. Martha es un gran personaje, con algunas dotes increíbles y ciertas incapacidades sociales muy evidentes, que la hacen, a la distancia, entrañable. Miles de nombres y decenas de anécdotas para pintar un mundo cuya única conexión con el nuestro es a través de la música.
Me gustó mucho la música de El gatopardo en su versión Netflix. Se la debemos al músico italiano Paolo Buonvino (y siguen los grandes nombres). Me gustó especialmente este tema, que parece mezclar la época con el lugar, ya que el canto de la mujer tiene aromas telúricos, que evocan Sicilia, el campesinado y las tradiciones. Descubrimos aquí a Simona Di Gregorio, una cantante y multiinstrumentalista siciliana, interesada en world music y en la de su terruño.
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También vi la serie en dos días y luego leí la crítica de García que me pareció una caprichosa exageración ¡Claro que le vamos a encontrar deficiencias sobre todo si nos tiramos de cabeza a la comparación con la película! Pero ¿Por qué resistirse al concepto de Netflix como entretenimiento? ¿Quién no disfruta de un entretenimiento variado y barato y, en este caso, de cierta calidad cuando éste se presenta en la sala de su casa? Objeciones: Tancredi es muy petiso, Angélica le lleva unos cinco centímetros, lo que me inquietó todo el tiempo (¡Jajjaj!) Sí, ya sé, los otros eran perfectos. Siempre es un placer leer sus comentarios y en lo del fútbol tiene razón: Me quedo afuera.