Manson: la familia siniestra, Recuerdos de un asesinato (HBO)
Tengo una debilidad, cada vez más expuesta. Me gusta revolver en los catálogos de las plataformas los documentales sobre true crimes, crímenes verdaderos. Cuanto más sorprendente la conducta humana, mejor. O sea, todos vimos Carmel, The Jinx o el de Osho. Me refiero a ver miniseries documentales de asesinatos más recónditos, que por algún motivo no se hayan hecho de consumo masivo. Esta semana me metí en HBO, que es la plataforma más rica en series documentales, y pude disfrutar de dos piezas valiosísimas, aunque por diversos motivos.
El primero es una producción de corte claramente televisiva sobre las chicas del clan Manson. Es malísima pero es buenísima. Las recreaciones son pésimas, la voz en off es solemne y autoritaria y, como está pensada para televisión de aire, tiene pausas para los cortes después de las cuales el relato se hace redundante con repetición de información ya conocida. Sin embargo, el material que tiene es tan valioso que nada de eso lo puede empañar.
Quienes quedamos fascinados con Once Upon the Time in Hollywood, la última película de Quentin Tarantino, que se apoya en el infame asesinato de Sharon Tate y sus amigos en la mansión de Cielo Drive 10050, seguramente resultamos especialmente impactados con la vida cotidiana del clan Manson y su increíble morada: el Spahn Ranch, un espacio utilizado para filmaciones de westerns que fue ocupado por los maliciosos hippies. Manson: la familia siniestra muestra muchas imágenes de ese lugar con los jóvenes correteando alegremente por el rancho antes de masacrar a varias personas que demuestran la altísima fidelidad que eligió Tarantino para contar su fábula. También hay un material muy inquietante filmado por las chicas Manson delirando y amenzando a cámara mientras juegan con armas de fuego. Y algunas de ellas testimoniando actualmente, recuperadas para la sociedad y la cordura. Realmente es un material apasionante, dura 80 minutos y no es difícil sortear mentalmente los momentos más torpes.
Recuerdos de un asesinato, por el contrario, es una producción HBO de seis capítulos de una hora y cuenta con ambición estética y rigor documental una historia no menos sorprendente. En una pequeña ciudad de la Nebraska rural (Beatrice, población: 12 mil personas), en 1985, una anciana (para esa época) mujer de 68 años fue violada y asesinada brutalmente en su departamento donde vivía sola. Luego de algunos años de no encontrar al responsable, gracias a la acción de un ex policía se descubre que un grupo de seis marginales, borrachos y drogados, fueron los culpables del episodio. Los responsables confiesan y dan detalles de los hechos. Esa descripción parecería ser la de toda la miniserie pero en realidad cubre sólo el primer capítulo. Quedan otros cinco para que los hechos tuerzan su dirección una y otra vez a lo largo del tiempo hasta llegar a la actualidad. La concatenación de asombros no se detiene hasta el final.
Recuerdos de un asesinato vuelve a poner en cuestión algo sobre lo que hemos puesto la lupa una y otra vez en Maxikiosco: la fabilidad de la justicia y el peso que tiene la necesidad política de encontrar culpables, descuidando en el proceso los fundamentos elementales del derecho liberal.
Por otra parte, la miniserie exhibe la vida de una comunidad pequeña de la América profunda. Los pobladores cubren un arco que va desde los aspirantes a actores dispuestos a representar el hecho en el teatro local –clase media intelectual y aspiracional– hasta los marginados inmersos en el white trash, compuesto de alcohol, drogas, sexo y mala alimentación. La miniserie es fascinante y si bien es cierto que se podría haber resuelto con una hora menos (es decir, un capítulo menos), también es verdad que sus vaivenes y la destreza narrativa alcanzada por estas producciones, invita al bingewatching.
Amiguitos, les traigo uno de los discos que más he escuchado en mi vida. No sé por qué me lo compré, supongo que la estabilidad monetaria de los 90 permitía esas cosas, llevarse un disco para probar aún cuando no tuviera demasiada idea de cómo sonaba. Lo cierto es que cuando me topé con esta colección de espirituals e himnos religiosos interpretados en piano y contrabajo, me lo llevé, lo escuché y me enamoré. El pianista es Hank Jones y el contrabajista Charlie Haden. Son versiones extraordinariamente calmas y austeras, sin virtuosismos fatigantes, de la que para mi es la mejor música del mundo: la que se desarrolló en iglesias evangélicas en el sur de los Estados Unidos en el siglo XIX especialmente entre la población negra. Escuchen y disfruten.
En estos días, River pasó a octavos de final en la copa Libertadores y le sacó 10 puntos a Talleres, su inmediato perseguidor, en el torneo local. Incluso cuando no juega especialmente bien, tiene momentos de grandes jugadores (ver los goles del martes pasado contra The Strongest) y una vocación de protagonismo bastante peculiar para el fútbol argentino. El sábado a las 15 horas juega de visitante contra Barracas Central y puede empezar a terminar de definir con un campeonato la primera competencia profesional de la carrera de Demichelis.
Boca, que anda a los tumbos en esta liga pero pasó con solidez la etapa de grupos de la Libertadores, juega el domingo a las 21.30 en la Bombonera con Sarmiento. Y el perseguidor, Talleres, el sábado a las 21.30 de local contra Godoy Cruz. Si no saca un buen resultado y River gana, el millonario podría salir campeón el miércoles contra Colón.
Siempre me gustó anotar las películas que veía y me fascinaba pensar que podía llevar un registro anual de manera de revisar y hacer evaluaciones. Sin embargo, nunca lo hice consistentemente: llegaba a marzo y me iba olvidando o perdía el soporte papel en donde anotaba. Por eso celebré hace unos pocos años el descubrimiento de una base de datos de películas y series que también podía funcionar como anotador, me dejaba puntear y comentar lo que veía y pispear el consumo de los demás usuarios. La base se llama Letterboxd y es una app que se puede usar en computadoras, tablets y teléfonos. Desde que la empecé a usar, en enero de 2019, creo que anoté practicamente todas las producciones que vi (alguna me habré olvidado). La primera fue el 3/1/19, se trataba de La mula, la gran película de Clint Eastwood a la que le puse cuatro estrellas y media sobre cinco. Las películas que uno va viendo aparecen en la sección Diary pero también se pueden puntear y comentar películas que uno vio en otro momento y pasan a formar parte de tu perfil.
La idea de que exista un lugar en donde está la información de la mayor cantidad posible de películas con opinión es previa a Internet y tenía la forma de un libro de bolsillo (bolsillo de payaso, más bien) y era escrito por un crítico norteamericano de gusto medio: Leonard Maltin. Cuando empezamos con El Amante, el “Maltin” era motivo de jolgorio garantizado y, como las guías de teléfono, tenía una edición anual con las actualizaciones. La aparición de Internet, con su información horizontal y universal jubiló al “Maltin”. La base de datos que tenía todo y se iba actualizando online era imdb.com que, si bien era bastante exhaustiva y práctica, le faltaba promover con eficacia la interacción entre los usuarios en la modalidad de las redes sociales.
Esa síntesis fue alcanzada por Letterboxd aunque todavía no alcanza la masividad que la haría perfecta. Sigo a pocos usuarios, pero todos me resultan de confianza y me interesan sus opiniones. Algunos de ellos están más alertas con las novedades y es a través de ellos que me entero de la aparición o existencia de películas interesantes. Me gustaría que todos ustedes se inscriban y me sigan.
Cuando en Palermo Soho a principios del 2000 empezaron a brotar restaurants con aspiraciones de cocina de autor nuestro amigo Marcelo Panozzo los llamaba burlonamente La fábrica de rúcula. Así como el kale nos inunda hoy, la rúcula ingresó a nuestras vidas a principios de este siglo.
Entre esos restaurants había de todo. Como ya dijimos en esta columna, nuestro favorito era Freud and Fahler , entre otras razones porque era de verdad, no respondía solo a una moda y por eso perduró tantos años. Pasados más de veinte años de esa eclosión, los cocineros y la comida se convirtieron en estrellas y la oferta se multiplicó. Instagram consolidó a los influencers gastronómicos y algunos restaurantes se convirtieron en un destino a alcanzar.
En este contexto nació Anchoita del multifacético Enrique Piñeyro (actor, piloto de avión, médico, cocinero, director de cine). En todas las tareas que emprende Piñeyro brilla a puntos tales como que con una de sus películas logró sacar a un inocente de la cárcel (The Rati Horror Show).
En el 2019 abrió Anchoíta y fue un éxito casi inmediato. El boca a boca lo instaló como uno de los mejores restaurantes de Buenos Aires. En 2020 con las restricciones de la cuarentena cerró sus puertas y recién reabrió en 2022. A partir de ahí, conseguir una reserva se convirtió en una empresa titánica. Este año, el día que se pusieron a disposición del público, se agotaron en horas y no queda ninguna disponible en 2023. Llama la atención ya que para reservar hay que dejar los datos de la tarjeta de crédito y si uno no cancela con anticipación se cobra un cargo no menor.
Cada tanto entro a la página y continúa sin haber reservas disponibles. Los comensales de Anchoíta parecerían gozar de muy buena salud y ser muy cumplidores porque parece no caerse ninguna reserva de aquí a fin de año. Como diría Barassi: raro.
Pudimos ir una vez en febrero de 2020. La experiencia en Anchoíta cumplió las expectativas. El lugar esta puesto a todo trapo. Hasta los baños tienen inodoros inteligentes quizás más que nosotros, los comensales. Todo fue rico, la atención impecable y la cocina a la vista es un espectáculo en si mismo. Anchoíta posee todas las características de lo que se conoce como un restaurant de alta gama. Esto puede resultar algo incómodo para un comensal promedio como nosotros, pero todo lo esnob que pueda parecer está sustentado por el producto y vale la pena la experiencia.
Para los que no conseguimos reserva o tenemos presupuestos más acotados, Piñeyro abrió dos lugares más, que pergeñó durante el cierre forzado del restaurante original. El primero es Anchoíta Panadería, una opción muy razonable para merendar o desayunar. Ofrecen helado, pero solo de dos gustos. Recomiendo el cubanito con dulce de leche y los churros. También hay una carta corta de comida salada (sándwiches, chipa).
El último emprendimiento en abrir fue Anchoíta Cava, un lugar diminuto que ofrece vinos, una gran variedad de quesos y fiambres, raciones de comida y algunos postres. Recomiendo como postre el plato de cinco mini turrones. Todo de gran calidad, con precios muy adecuados (la excepción: una de las copas de vino que cuesta 92000 pesos. ¿Cuánto saldrá la botella?).
Es un gran lugar para ir en solitario a la tardecita, sentarse en su pequeña barra y degustar las pequeñas delicias que ofrecen.
Descontando la excelencia de Anchoíta, la de la cava me parece la propuesta más original e innovadora. Las únicas desventajas son el espacio interior reducido y por ende con muy pocos cubiertos, creo que no más de 25, y la atención cuando esta lleno es un poco lenta para ser un lugar en el que la idea es pasar un momento grato pero breve. Para los amantes del pulpo, un producto inalcanzable en los escasos restaurants que lo tienen en su carta, Anchoíta Cava ofrece una ración generosa de un pulpo con oliva al valor de una tostada de palta. La moza nos explico que una familia argentina (no recuerdo de que región del país) lo pescaba con sus propias manos y que podía resultar un poco menos blando que un pulpo importado. Elijo creer. Estaba delicioso.
Las tres Anchoítas son un hito para la gastronomía argentina. La planificación, la diversidad y la utilización de los mejores productos locales son dignos de admiración. Quizás haya algo de la prepotencia del dinero que choca en un país en la que la mitad de los niños son pobres, pero nunca puede ser una mala noticia la búsqueda de la excelencia.
Anchoíta: Juan Ramírez de Velasco 1520
Anchoíta Cava: Juan Ramírez de Velasco 1456
Anchoíta Panadería: Aguirre 1562
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Me gustan los documentales sobre casi cualquier cosa, incluidos los sobre true crimen. Vi Recuerdos de un asesinato hace unos dos años: el detective que falseó u omitió para inculparlos y se erigió en héroe, la famila, que despertó mis sospechas, los que hicieron la obra, los que pasaron años presos y ya no sabían si habían o no cometido el crimen, la chatura deprimente de ese pueblo.
Te recomiendo ( aunque recomendar no es la palabra más adecuada) que veas, también de HBO, "Te amo, ahora muere", es, no sé ni cómo explicarlo, terriblemente angustiante y difícil.
Perdón por la extensión Noriega, es que nadie de los que me rodean comparte este interés por verlo todo.
Bajado el disco al Spotify de varios miembros de la familia. Cosa de locos 👏👏