Esta edición de la Agenda se la dedicamos a Gabriel Palumbo, nuestro querido amigo, a quien tanto vamos a extrañar.
Como les dijimos la semana pasada, esta agenda es personal, no decimos de las películas cosas como que son buenas “para los amantes del género”. Es lo que me gusta o disgusta a mí. Quizás les sirva, quizás no, pero no se aceptan devoluciones. Arrancamos.
Plataformas. La oferta de Netflix devino catastrófica. La plataforma pionera se convirtió en una especie de canal de aire, con productos cada vez más ñoños, convencionales, ajustados a los parámetros de la época y con un conservadurismo estético totalmente televisivo. Eventualmente aparece algún true crime (crecientemente estandarizados) o alguna producción de un director proveniente del cine que llame la atención pero el catálogo se está licuando aceleradamente.
Lo que tiene Netfflix es que su interfaz es fenomenalmente buena. Si fue una decisión empresarial poner los cañones ahí hay que decir que fue un acierto total. No nos dimos cuenta de la buena que era hasta que aparecieron todas las otras, desde HBO hasta Star+ pasando por la que se les ocurra, todas torpes e incómodas. Finalmente, uno termina browseando en Netflix no tanto con la esperanza de encontrar algo valioso sino por su fluidez y confiabilidad, como cuando se busca algo no dónde se lo perdió sino donde hay luz. La serie que se estaba viendo siempre está ahí a la mano, si busco una película que dejé de ver hace cuatro años, la encuentro clavada en el mismo momento; todo es transparente y sin tropiezos.
Si las novedades de la plataforma dan cierto aire de decadencia y desinterés, hay un lugar medio escondido en donde a la limpidez de la interfaz se le suma una cierta posibilidad de sorpresa. Si uno en una computadora pone “Netflix category lookup” se encuentra (luego de logonearse) con una clasificación de películas totalmente atípica y mucho menos adocenada que la usada en las presentaciones habituales.
Las categorías y subcategorías tienen alguna gracia y buena parte del catálogo que no se muestra en las primeras pantallas de la plataforma está enterrado acá. Tampoco esperen la panacea pero lo cierto es que dedicarle un par de horas a bucear esa zona tiene su encanto y eventualmente genera la posibilidad de encontrar algo decente.
De las novedades que me interesan a mí, documentales sobre crímenes y/o sectas (sí, lo estoy viendo con mi analista), se estrenó Waco: el apocalipsis texano. En abril de 1993, el gobierno norteamericano, sospechando la existencia de acopio de armas ilegales, sitió un complejo edilicio en donde se reunían los seguidores de David Koresh, conocidos como los Davidianos. Koresh estaba convencido –y había convencido a sus seguidores-- de que era la encarnación de Dios en la Tierra. El asedio fue resistido por la secta y el resultado, luego de un sitio que duró casi dos meses, fue la muerte de cuatro agentes de la ley y 76 davidianos, incluyendo 25 niños.
El episodio es contado exclusivamente en el marco del asedio, con poca información sobre el contexto previo, especialmente sobre el origen y desarrollo de la secta. Tiene material fílmico muy valioso y testimonios de los pocos sobrevivientes, tanto de los policías como de los miembros de la secta. Los testimonios de los exdavidianos son extraordinarios, sobre todo porque algunos no parecen ser tan ex y mantienen posiciones extremas. Entre las fuerzas de seguridad hay una tensión entre los negociadores y las fuerzas de choque que, treinta años después, no ha sido resuelta.
El tema es interesante y aunque el documental abuse de planos aéreos digitales y tienda a confundir respecto de si algunas imágenes son reales o representaciones, expone las cartas de manera sistemática y paciente. Es imposible no concluir que el gobierno de Clinton, o por lo menos las fuerzas que de él dependían, actuaron de manera torpe y poco coordinada. También está el tema de la proliferación de armas y su uso por parte de gente con problemas psicológicos, algo que empieza a hacerse sentir en la Argentina.
Pasando de plataforma, en Paramount+ (que tiene varias cosas interesantes y que viene en el paquete con Flow) tiene desde hace poco menos de un año una miniserie brillante sobre la producción de la película El Padrino llamada The Offer. La idea es una bestialidad hermosa: contar minuciosamente en diez capítulos de aproximadamente una hora con actores representando a las grandes estrellas y a los gloriosos desconocidos la historia de cómo se hizo la famosa película de Coppola. No se trata de una simulación imitativa sino de buscar una narrativa lateral en donde las estrellas son un productor en ascenso (Al Ruddy, interpretado por el igualmente ascendente Miles Teller) y su secretaria (interpretada por ese huracán llamado Juno Temple), ambos personajes rodeados por el exitoso productor Robert Evans, Marlon Brando, un muy gracioso e inseguro actorcito llamado Al Pacino, jefes de la mafia encantadores como Joe Colombo y un dúo de guionistas y director italoamericanos sucios y desprolijos como Francis Coppola y Mario Puzo, autor de la novela original.
La miniserie es una fiesta, con momentos eufóricos y escenas de tremendo suspenso y angustia aunque el resultado sea tan conocido como la historia: ¿Queda Pacino en la película o no?, ¿se frustra la filmación en Italia?, ¿la relación con la mafia arruina la producción? Cada pequeño triunfo es una explosión de euforia, como el camino de la selección en el Mundial. El triunfo ante Francia es que esa película improbable, a contramano, accidentada y riesgosa llegue a ganar los Oscar a la mejor película, mejor actor (Marlon Brando) y mejor guion adaptado. Además del pequeño detalle de entrar a la historia del cine. La historia de El padrino se parece más a Rocky que a El padrino.
La excitación además viene de la mano de que lo que se está contando es una parte de del Hollywood de la década del 70, un momento magnífico e irrepetible de la historia del cine. Escuchar mencionar en la serie las películas que se estaban rodando en ese mismo momento o los proyectos que se barajaban dan dimensión de un mundo cinematográfico muy alejado del nuestro. Como suele suceder, a la excitación le sigue la tristeza.
Fútbol. Bueno, se acabó la fecha FIFA. Nos vino bien para nuestras fiestas de autocelebración, que son lindas, que suman y estiran la felicidad de la conquista pero no son fútbol.
Si estás leyendo esto apenas llegó es probable que dentro de minutos empiece por la Premier League Manchester City contra Liverpool (8.30). Si todavía no te picó el bichito de la Premier y tu dieta es del estilo Huracán-Platense te pido que mires con atención y entiendas que se trata del mismo deporte, aunque parezca otra cosa. Liverpool está lejos y luego de alguna temporadas brillantes cayó en el desconcierto aunque aquí y ahora amenace con volver. El City es el equipo más demente y racional existente, que persigue un objetivo casi único: atacar, atacar y atacar presionando y reteniendo la pelota hasta encontrar el pase letal. No recuerdo un equipo tan monótono en su ambición. Además, está el espectáculo de ver a Erling Haaland, el hombre que puede hacer goles tan frescamente como yo servir mate.
Después, a las 11 juega el puntero Arsenal, que es como el City pero en blanco y negro, con menos gracia, contra el Leeds, que pelea por el descenso. Nuestra recomendación especial es que los lunes lean a Quintín comentando fútbol europeo en La Agenda. No hay nadie mejor.
En el fútbol local ya jugó River y ganó 1-0 a Unión, jugando, por momentos sorprendentemente bien. A las 15.30 Boca muestra su fragilidad contra Barracas. Puede pasar cualquier cosa, incluso que golee. Mañana hay clásicos, casi al mismo tiempo: a las 19, San Lorenzo-Independiente y a las 19.30, Racing-Huracán. Queda poco para el domingo, habrá que leer.
Teatro. Cuando hace veintitrés años ingresé a la familia Sexer tenía un temor: la hermana de Mariela era artista. En algún momento tendría que verla actuar y después hacer comentarios. ¿Y si era malísima? Así fue cuando temblando fui a ver al grupo de clown que ella integraba a ver una obra para chicos que se llamaba Historia de un amor exagerado. A los treinta segundos me di cuenta de que estaba todo bien, que no había ningún problema, que eran excelentes. A la media hora tenía los ojos llenos de lágrimas y estaba tarareando la canción principal que era alegre y pegadiza. A partir de ese momento tuve la fortuna de acompañar su trayectoria y su obra, sobre la que quiero decir dos cosas.
La primera es que Irene hace 14 años que es directora artística y fundadora de Alegría intensiva, ONG de payasos y payasas de hospital, que realiza su tarea en hospitales pediátricos de Buenos Aires. Sé que en las redes muchos se ríen de esa actividad pero cada vez que me topo con una persona que razona así, le pregunto si tendría la presencia de ánimo suficiente como para intentar hacer reír a un chico con leucemia. En general, la respuesta es el silencio. Yo solo tengo admiración y respeto.
La otra es que Irene Sexer ha sostenido en sus espectáculos un personaje conmovedor, llamado Marta, una mujer ingenua y ensoñada, deseosa de vivir en una realidad construida en su mente más que en la dura que nos toca cotidianamente.
El espectáculo que les recomiendo hoy la tiene a Marta haciendo Enseguida vuelvo. Es un unipersonal en donde Irene canta y baila con las técnicas de clown pero en un entorno melancólico, interpretando grandes canciones escritas por ella y Leo Trento y diciendo como todos los que tenemos miedo de que nuestro mejor momento haya pasado: “Enseguida vuelvo”, mezcla de predicción y expresión de deseos.
El espectáculo dura una hora, es magnífico y va a estar todos los domingos de abril a las 17.30 en La Carpintería, Jean Jaures 858. Vayan y verán qué bueno es tener una artista en la familia. Entradas por Alternativa.
Comida (a cargo de Mariela Sexer). Sabemos que ahora viajar es un privilegio para pocos y que los supermercados cada vez venden menos cosas a precios más altos. Sin embargo, Buenos Aires y sus gastronómicos siempre se las ingenian para regalarnos un pedacito del mundo en sus calles. Eso hace Togni’s Pizza, vendiendo pizza finita como la de Estados Unidos pero con variantes bien argentinas, como la de albóndigas o milanesa de pollo. Igual para una golosa como yo lo mejor es la cheesecake, seguro que está hecha con queso Philadelphia. Hace poco abrieron Togni’s Café, y ahí podes comer pretzels como en cualquier esquina de Nueva York. Todo es rico; no muy barato, pero seguro más barato que viajar a la Gran Manzana.
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Excelente descripción del estado actual de Netflix, Gustavo. Hace tiempo me pregunto por qué no lo doy de baja y creo que le diste en la tecla al motivo.
Compartimos el mismo interés por documentales sobre crímenes y/o sectas; en relación con eso, ¿tendrás algún buen libro sobre el tema sectas para recomendar?
¡Un saludo!
María Paula